Opinión | Ágora
Brian Solis

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Director global de innovación de ServiceNow

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La IA se está comiendo el mundo: la nueva revolución empresarial ya está aquí

Al automatizar procesos repetitivos, la inteligencia artificial permite que los equipos se enfoquen en lo que aporta valor: la creatividad, la estrategia y la resolución de problemas

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Imagen de recurso de inteligencia artificial (IA).

Imagen de recurso de inteligencia artificial (IA). / Europa Press

Hace una década, fue el 'software'. Según la célebre frase de Marc Andreessen, esta tecnología se estaba «comiendo el mundo» y cambiaría nuestras vidas para siempre.

Ahora, con la Inteligencia Artificial (IA), llega otra revolución. No es solo un avance tecnológico, sino el inicio de una nueva era en la que las empresas pueden desafiar lo establecido, reinventar la manera en que crean valor y transformar su futuro de la mano de clientes y empleados.

En un mundo donde la disrupción marca el ritmo, la IA se ha convertido en un homogeneizador que brinda a todas las organizaciones la oportunidad de romper barreras y liderar la innovación. Imaginemos una pyme que, gracias a esta tecnología, puede ofrecer recomendaciones personalizadas con la misma precisión que los gigantes del comercio electrónico. O un centro médico que utiliza la IA para mejorar diagnósticos y ofrecer tratamientos más eficaces, transformando la atención a sus pacientes. Son solo algunos ejemplos de cómo la inteligencia artificial está nivelando el terreno de juego, democratizando la innovación y abriendo oportunidades antes inimaginables para que todas las empresas, independientemente de su tamaño, crezcan y sean más ágiles.

Lo extraordinario de esta revolución es el poder transformador de la IA para revelar un nuevo valor, que permite a las organizaciones evolucionar de lo rutinario a lo estratégico, de lo reactivo a lo predictivo, y de productos estándar a experiencias personalizadas y escalables, abriendo un mundo de posibilidades sin igual.

La experiencia del cliente es un claro ejemplo. En la era hiperconectada, la personalización ya no es un lujo, sino una ventaja competitiva. Gracias a la IA, las compañías pueden procesar enormes volúmenes de datos en tiempo real para ofrecer experiencias hiperrelevantes a gran escala. Un caso emblemático es Netflix: su motor de recomendaciones no solo mantiene a los usuarios enganchados, sino que también impulsa la producción de contenido y refuerza la fidelización.

La inteligencia artificial personaliza experiencias y, al mismo tiempo, libera a las personas de tareas repetitivas. Al automatizar procesos como la entrada de datos, la gestión de inventarios o la logística, permite que los equipos se enfoquen en lo que realmente aporta valor: la creatividad, la estrategia y la resolución de problemas. No se trata de sustituir empleos, sino de potenciarlos, otorgando más autonomía a los profesionales para asumir desafíos mayores y mejorar la experiencia tanto de empleados como de clientes. No es casualidad que los líderes empresariales destaquen su potencial transformador. Como apunta Bill McDermott, quienes no adopten la IA a tiempo corren el riesgo de quedarse atrás, perdiendo la oportunidad de dar un salto exponencial hacia el futuro.

La IA impulsa la innovación, un pilar clave para prosperar en un entorno marcado por la disrupción y la competencia. Innovar no es solo generar ideas, sino explorarlas, probarlas y perfeccionarlas. Gracias a herramientas basadas en la IA generativa, las empresas pueden conceptualizar, hacer prototipos e iterar a una velocidad que parecía imposible hace una década, acelerando la creación de productos realmente innovadores.

Aquí radica el verdadero desafío (y la oportunidad), en no confundir la innovación con la iteración. La distinción es crucial: la iteración perfecciona lo existente, mientras que la innovación genera un valor completamente nuevo. En la inteligencia artificial, la automatización corresponde a la iteración. En cambio, la verdadera innovación surge de la sinergia: la capacidad de que humanos y máquinas trabajen en conjunto para alcanzar resultados más complejos, con un valor exponencial en comparación con lo que una entidad por sí sola podría lograr.

En 1983, Steve Jobs predijo que el ordenador se convertiría en el principal medio de comunicación, transformando la relación entre humanos y tecnología. Aunque al principio el PC seguía siendo una herramienta limitada, comparable a los primeros televisores que solo replicaban programación de radio, Jobs anticipó que pronto empoderaría a los usuarios, permitiendo crear contenido. De manera similar a la 'sinergia' de hoy, Jobs vislumbró una nueva era en la que la tecnología no solo mejoraría lo existente, sino que abriría nuevas posibilidades.

Lo mismo ocurre en la actualidad con la IA. Todavía la utilizamos como las tecnologías anteriores, automatizando tareas digitalizadas en lugar de replantearnos cómo trabajamos. Es una "mentalidad de control de gastos", que considera la IA solo como una herramienta para reducir costes, en lugar de reconocerla como un motor de crecimiento exponencial.

Su verdadera innovación, en cambio, va más allá de automatizar tareas; implica adoptar un pensamiento lateral y redefinir la forma de trabajar. Aquí es donde entra el agente de IA: no solo ejecuta tareas, sino que aprende, se adapta y toma decisiones estratégicas de manera autónoma. Al optimizar procesos y sistemas en tiempo real, abre nuevas posibilidades para transformar la manera de operar y tomar decisiones.

Esto cambia por completo las reglas del juego, permitiendo a las organizaciones aumentar la creatividad, adaptarse de manera dinámica a mercados cambiantes y liberar el potencial humano como nunca antes.

Siguiendo la comparación de Steve Jobs entre los nuevos medios y los anteriores, el agente de IA transformará la automatización de flujos de trabajo derivados de la digitalización de procesos tradicionales. Esto permitirá repensar cómo hacer las cosas, creando flujos innovadores impulsados por la IA. En resumen, no se trata solo de ser más eficientes, sino de aprender a reinventar.

La inteligencia artificial ya no es una opción; cambiará nuestras vidas como lo hicieron internet y el móvil. Ahora, la pregunta que cada empresa debería hacerse es si su enfoque está en la innovación o solo en la iteración. Solo aquellas que adopten la IA con curiosidad, valentía y el compromiso de explorar lo desconocido prosperarán; las otras quedarán atrás.

Vivimos una transformación en la que ya no basta con reaccionar. Es necesario un cambio de mentalidad para liderar con audacia e innovar sin miedo. La IA está transformando el mundo, ofreciendónos oportunidades inéditas.

Esta tecnología es el futuro, y ese futuro ya está aquí. Es hora de redefinir las reglas de la innovación, y no podemos esperar. La inteligencia artificial ha llegado para quedarse y solo quienes aprovechen su poder liderarán una nueva era de posibilidades