Opinión | Expresident
Sergi Sol

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Periodista

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'El 47' de Jordi Pujol

Tras ver la película, el exmandatario de la Generalitat se reivindicó

‘El 47’ arrasa en unos Premis Gaudí muy reivindicativos

Pujol y Maragall, en los pasillos del Parlament.

Pujol y Maragall, en los pasillos del Parlament. / El Periódico

Jordi Pujol se emocionó en el cine con ‘El 47’. Acompañado de uno de sus hijos –hacen turnos rotatorios- quiso ver la que todo indica que puede ser la película más laureada en los Premios Goya de Granada. Un amigo del president le había dicho que era para ‘progres’. Pero, tozudo, quiso ir y la disfrutó y celebró. E íntimamente, pillo, el president Pujol se reivindicó.

Es cierto que no es él el personaje histórico a quien rinde reconocimiento la película de Marcel Barrena, sino a Pasqual Maragall, uno de los jóvenes y entusiastas usuarios del ‘47’. Toda vez que es Pasqual Maragall –habría sido uno de los 'Homenots' de Josep Pla- quién, en su día, quiso pasar la noche en casa de Manolo Vital, el chófer del ‘47’, el alma vecinal de Torre Baró.

Lo que no recuerda la película de Mediapro, de cuando Jaume Roures y Tatxo Benet eran uno, es que alrededor de las Olimpiadas hubo un debate estratégico que enfrentó a Pujol y Maragall sobre el metro de Barcelona. El alcalde quería priorizar la llegada del metro a Montjuic y Pujol defendía la urgencia de que el Metro llegara ‘donde estaba la gente’. Es decir, a Ciutat Meridiana, a Torre Baró. De haber ganado Maragall, quizás ahora sería más fácil llegar al Estadi Olímpic Lluís Companys para seguir al Barça. Dicho y hecho, la tesis ganadora fue la pujolista. Primero, Manolo Vital hizo subir heroicamente su autobús. Más tarde, llegó el metro y Torre Baró dejó de ser un barrio dejado de la mano de Dios.

Pillo y satisfecho, celebrando la 'peli' íntimamente, Pujol evocaba que un lejano 20 de diciembre de 2003 se produjo el traspaso oficial de poderes entre estos dos gigantes entrañables, como son los presidents Jordi Pujol y Pasqual Maragall. Para el primero, fue el último día como president; para el segundo, el primero de tres años. Pues bien, después del acto, Jordi Pujol decidió despedir aquellos 23 años comiendo con Marta Ferrusola. Y al acabar se trasladó a una obra pública que acababa de inaugurarse hacía apenas tres días, la línea 11 del metro, el metro ligero. El de Meridiana, el de Torre Baró.

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