Opinión | Salud
Joan Guix

Joan Guix

Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.

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Cannabis y adolescencia: ¿por qué?

El abordaje de este tipo de problemas exige desprenderse de hipocresías y posicionamientos ideológicos preestablecidos, y buscar el conocimiento científico y la empatía con los afectados

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Un joven, fumando un cigarrillo de cannabis.

Un joven, fumando un cigarrillo de cannabis. / FREEPIK

Cómo casi siempre, la pregunta clave es: ¿por qué?

Según la encuesta Estudes sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en España, aproximadamente un 15% de los adolescentes entre 14 y 18 años son consumidores habituales de cannabis. En Catalunya, este porcentaje está en torno al 23%.

¿Qué impulsa a este 15% a convertirse en potenciales adictos al cannabis y no al 85% restante?

La mayor parte de los especialistas están de acuerdo en que las causas sociales y de entorno tienen mucho más peso (60-80%) que las causas biológicas y genéticas (20-40%).

Una de las características de la adolescencia es que se trata de un periodo vital de descubrimiento y experimentación, de búsqueda del placer y de situaciones de crisis emocionales. Si a esto añadimos un componente de desafío hacia la sociedad y una percepción de bajo riesgo (se dice que el tabaco es mucho más nocivo que el cannabis), y la presión social de los compañeros y el entorno, ya tenemos el cóctel ideal para facilitar el consumo. Aproximadamente, un 30% de los adolescentes han probado el cannabis alguna vez.

Por otro lado, se admite que entre un 20 y 40% de los adolescentes consumidores habituales, a estos factores sociales mencionados, se les pueden añadir causas biológicas y genéticas de déficit de determinados neurotransmisores, en los cuales el cannabis puede funcionar como un elemento compensatorio comparable a los efectos de la insulina sobre la diabetes.

Como siempre, es mejor, y, generalmente, más fácil, prevenir que curar.

Esto exige una acción integral sobre la persona, el entorno y el marco legal.

La primera herramienta de la prevención consiste en la información sobre las características y riesgos de la adicción, planteado de tal manera que sea capaz de despertar el interés del receptor; a partir de aquí, pretendemos modificar las actitudes respecto del cannabis, de tal manera que generamos motivaciones que faciliten el cambio de conducta. Si este cambio de conducta es vivido positivamente por el receptor, lograremos la consolidación de nuestro objetivo, es decir, la evitación del consumo de cannabis.

Monique Bégin, exministra de Salud de Canadá, dejó escrito: ”¿Qué sentido tiene curar a las personas y devolverlas a las condiciones que las enferma?”. El análisis e intervención en el entorno familiar, social y de ocio son esenciales, posibilitando los cambios conductuales necesarios para romper la dinámica favorable al consumo.

Por último, el marco legal.

Aquello que no se esconde es más difícil de conocer y resolver. La legalización y regulación del consumo y venta de cannabis, que no la libre venta, son herramientas imprescindibles para evitar la clandestinidad y el contexto delictivo, y para garantizar los niveles de principios activos presentes en el cannabis que se tenga que consumir y las condiciones para su dispensación y consumo más seguros.

El abordaje de este tipo de problemas exige desprenderse de hipocresías y posicionamientos ideológicos preestablecidos, y buscar el conocimiento científico y la empatía con el problema y sus afectados.

Pero este es un debate abierto.

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