'Stupor Mundi'
Todo esto tiene muy mala pinta y solo está empezando. Y ojo con España, porque sospecho que Trump no está nada contento con el magro 1,28% del PIB que dedicamos a Defensa
Trump impone aranceles del 25% a México y Canadá y del 10% a China
El Papa expresa su respaldo a Panamá ante las advertencias de Trump sobre el canal

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca / YURI GRIPAS / EFE
Así llamaban en el siglo XIII a Federico II Hohenstaufen, rey de Sicilia y Jerusalén, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que ahí es nada, pero me temo que el nuevo emperador de Washington le deja chico. Es otro 'Asombro del Mundo', aunque más tosco. Su estilo bravucón, transaccional, nacionalista, unilateralista, proteccionista, imperialista, populista y chulesco (me quedo corto) deja al mundo perplejo y preocupado. Finalmente, entre tomarle en serio pero no literalmente, o literalmente pero no en serio, hay que tomarle literalmente y en serio, que es la peor opción. No solo hace lo que prometió sino que cada día nos sorprende con algo nuevo.
Tres ideas enmarcan su impronta inicial: desafío, venganza e intimidación. Desafío a las reglas vigentes para imponer sus intereses, caiga quien caiga; venganza con los que cree que le han traicionado; e intimidación para que en el futuro nadie se atreva a contradecirle, como acaba de comprobar el presidente de Colombia. Todo para unos EEUU más fuertes, más seguros y más prósperos, es decir al servicio de Donald Trump, de 'America First', 'Make America Great Again' y de paz por la fuerza. Y los demás, que se arreglen.
Entre sus primeras medidas están acabar con todo lo que suene a cultura 'woke' en la administración, la empresa y la cultura en cuestiones de diversidad, raza, género etc; expulsar a inmigrantes indocumentados; abandonar la OMC y el Tratado de París, el apoyo a los vehículos eléctricos y a las energías alternativas para impulsar la producción de petróleo ('drill, baby, drill!'); purgar a funcionarios y sustituirlos a dedo por leales a marchamartillo; devolver favores a los oligarcas que le han apoyado desregulando y liberalizando contenidos de sus plataformas en nombre de la libertad de expresión y al margen de lo que difundan, creando Stargate (500.000 millones de dólares para una red de centros de datos), o paralizando la prohibición de TikTok; exigir a los europeos destinar a Defensa el 5% del PIB (EEUU destina el 3,5%) y anunciar que retirará 20.000 soldados de Europa...
Otras medidas exigen más tiempo, como las rebajas de impuestos a los más ricos, o la imposición de aranceles a diestro y siniestro, pese a sus amenazas a China, Europa, México o Canadá. Este retraso tranquiliza a quienes temían tensiones inflacionarias y ha hecho subir la Bolsa. E igual pasa con la invasión de Ucrania, que dijo que resolvería en 24 horas y ahora se da seis meses, con el riesgo de que haga un acuerdo con Putin sin participación de Kiev o de Bruselas, lo que aumentaría nuestra inseguridad y dejaría a la vista de todo el mundo la patética irrelevancia de la UE.
Otras ocurrencias son muy recientes, como recuperar el control del Canal de Panamá o quedarse con Groenlandia, alegando las mismas razones de seguridad nacional que Putin esgrime para invadir Ucrania, o China para ocupar Taiwán. Entramos en una época en la que el poderoso se impone y el pez gordo se come al chico al margen de lo que diga el derecho internacional, en una pugna peligrosa porque puede acabar favoreciendo a Xi y a Putin, que no tienen contrapesos internos u opinión pública.
Todo esto tiene muy mala pinta y solo está empezando. Y ojo con España, porque sospecho que Trump no está nada contento con el magro 1,28% del PIB que dedicamos a Defensa (estamos a la cola de Europa), y tampoco le gusta que critiquemos la política de Israel, hayamos reconocido a Palestina, apoyado la acusación de genocidio presentada ante el TIJ por Sudáfrica, e impedido atracar a un par de barcos que le llevaban armas, porque Trump se declara el presidente más pro-israelí de la historia y partidario de 'limpiar' Gaza de palestinos. Tampoco las críticas públicas a la tecno-oligarquía que le rodea. No debe saber muy bien dónde esta España, porque nos ha metido entre los BRICS y mientras Washington llama a París, Berlín, Roma e incluso Rabat, en Madrid no suena el teléfono. Por ahora nos ignora. Como un día se levante de mal humor nos fríe a aranceles o se lleva la base de Rota a Marruecos... Nos queda el consuelo del inefable ministro Albares, que dice que tenemos más influencia exterior que nunca.
La única que se ha atrevido a decirle cuatro verdades a Trump a la cara ha sido una menuda obispa anglicana, Marian Budde, que se ha ganado todo mi respeto.
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