Opinión | La violencia

Emma Riverola

Emma Riverola

Escritora

Todos somos el pelirrojo de la clase

El presidente de EEUU, Donald Trump.

El presidente de EEUU, Donald Trump. / Europa Press/Contacto/Al Drago - Pool via CNP

El chaval dice: “Me vi obligado a sacudirle. Si no lo hubiera hecho, habría perdido a mi pandilla. Una pandilla solo te obedece si ganas, es así de simple”. Y vemos a ese chico golpear y ser golpeado. Al mismo adolescente que, antes, ha sido maltratado sádicamente por su padre. Abofeteado, apaleado con una vara de madera, con un látigo. Hemos observado su sangre salpicando el papel pintado de las paredes de la habitación, entre los caballos, las barcas y los perritos juguetones. Después, le seguiremos en un prestigioso internado donde impera la ley de la selva. Un microcosmos racista donde la violencia solo puede ser combatida con más violencia, donde los débiles son irremediablemente sometidos, donde los fuertes hacen ostentación de su poder arbitrario e inhumano. La amenaza y el castigo como única gramática de relación.

En realidad, no habremos visto nada de eso, pero será imposible no sentir el dolor y la impotencia en cada golpe infligido, la vorágine del mal succionándonos. La catarsis se produce en el teatro La Gleva (Barcelona). Un estremecedor monólogo interpretado de forma poderosa por Miquel García Borda y dirigido por Abel Folk. ‘El mal’ es una adaptación de la novela ‘Ondskan’ de Jan Guillou. Sobre el escenario, poco más de una hora que remueve los cimientos emocionales del público y que, posteriormente, conduce a una reflexión profunda, tanto a nivel personal como política.

‘El Mal’ muestra el poder y la impunidad en la que pueden llegar a moverse los abusones adolescentes. Si elevamos la mirada, vemos el poder y la impunidad de los matones del mundo. Como en las despiadadas jerarquías adolescentes, Trump es el soberano de las amenazas, improvisaciones, mentiras, irresponsabilidades y castigos. Un día anuncia el deseo de comprar (o conquistar) Groenlandia, otro comete detenciones arbitrarias de hispanos o inicia la guerra de los aranceles o suspende las subvenciones y préstamos federales, lo que afecta a fondos para la educación, ayuda en caso de desastres, subvenciones a gobiernos locales, centros de investigación, refugios de mujeres… Se anuncia que la medida pretende acabar con las “políticas de ingeniería social de equidad marxista, transgenerismo y New Deal Verde”. ¿Un delirio? Sí. Exacto. Eso es lo que Trump desea exhibir. Es el matón del colegio dando puñetazos al chico pelirrojo por su color de pelo o al miope por lucir gafas. No muestra coherencia, eso sería una debilidad. Ante tanta arbitrariedad, debemos tenerlo claro: todos somos el pelirrojo de la clase.

Al protagonista de ‘El mal’ le conmueve el sufrimiento de su amigo, su único amigo, un chico gordito y de “tipología meridional” sometido a todo tipo de vejaciones, también institucionales. La víctima sabe que “cuando no te puedes defender, te conviertes en alguien de quien todos se ríen, y atraes más violencia”. Al fin, la compasión consigue dar valor al protagonista para romper la espiral de la violencia. Buena lección para una UE cada vez más rendida al discurso antiinmigración de la ultraderecha.