Opinión | Bienestar animal

Subdirectora de El Periódico

Carol Álvarez
Carol ÁlvarezSubdirectora de El Periódico
Subdirectora de El Periódico. Cultura, tendencias sociales y Barcelona.
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El lujo de tener una mascota
Los veterinarios son un servicio esencial, los precios y tasas relacionados con el bienestar animal no pueden equipararse a los de objetos de lujo.

Un gato muestra su habilidad para pescar / PEXELS
Si no puedes cuidar a tu gato o a tu perro, no lo tengas, es la cantinela habitual. Si vas a estar diez horas fuera de casa no lo tengas. Si no lo puedes pasear tres veces al día. Si no puedes llevarlo a revisiones veterinarias frecuentes, darle dieta adecuada a sus dolencias. La Ley de bienestar animal despliega sus alas para elevar a cotas nunca vistas los derechos de cuidado de las mascotas, un movimiento que cabalga sobre la sensibilidad de nuestros tiempos. Y eso está bien, muy bien. Otra cosa es qué pasa cuando esos aires, esos principios compartidos, aterrizan sobre la realidad. No se trata solo de los precios disparados que soportan los alimentos veterinarios, las exigencias domésticas de encajar horas de visita profesional, o la red de contactos necesaria para asegurar cuidadores paseadores o la atención domiciliaria.
Cada país tiene legislaciones y respuestas políticas distintas a la nueva normalidad de la convivencia con animales. Ecuador acaba de suprimir el IVA a los alimentos de mascota para aliviar los bolsillos de sus cuidadores, y su presidente reivindicó en redes sociales la decisión porque las mascotas «son familia». Mientras, España despliega una norma que dificulta el acceso a antibióticos de perros y gatos, que deberán comprarse ahora en farmacias, en envases no ajustados a las necesidades de las mascotas, y eleva también el IVA de las consultas al 21%, lo que aún encarecerá más la atención sanitaria.
La pandemia disparó hasta cifras nunca vistas el registro de animales de compañía, solo en Barcelona han crecido un 30% en cinco años, y los precios de atención veterinaria y las dietas se ha multiplicado cuando la compañía de animales domésticos se ha convertido en un pilar del bienestar de personas y mascotas de nuestra sociedad, más interconectada digitalmente que nunca, más aislada en lo personal, con menos lazos familiares.
Tener una mascota queda a medio camino en nuestro imaginario entre tener un bien inmueble y tener un pariente, es mucho más que una cosa pero no alcanza ni es equiparable al escudo social de las personas, y no debería quedar en manos de la presión social la adaptación legislativa a hechos ya incontestables.
Los veterinarios son un servicio esencial, los precios y tasas relacionados con el bienestar animal no pueden equipararse a los de objetos de lujo.
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