Opinión | Riesgos laborales
Ester Oliveras

Ester Oliveras

Economista. Profesora en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).

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La insoportable inevitabilidad de los accidentes

Los accidentes pueden tener muchas causas. Pero hay una parte de los mismos que provienen de una legislación aún no desarrollada

Un muerto y un herido crítico en una explosión en el Puerto de Barcelona

Imagen de la empresa tras la explosición en el puerto

Imagen de la empresa tras la explosición en el puerto / JORDI OTIX

Una de las obligaciones principales de las empresas es velar por la seguridad de sus trabajadores y trabajadoras, para evitar daños o que enfermen mientras desarrollan su trabajo. Las normativas de prevención de riesgos laborales y de protección del trabajador son extensas, densas, y extremadamente técnicas. Y, aun así, parecen ser insuficientes para erradicar los accidentes. Una muestra es la explosión de hace unos días en el Port de Barcelona, que dejó un muerto y dos heridos.

Mientras escribo estas líneas, veo a cinco operarios andando por el tejado del edificio de enfrente. Sin arneses. Acercándose al lado del tejado para valorar dónde colocar la polea para continuar cambiando el amianto de la fachada. El contraste entre las muchas precauciones que han tomado mientras sacaban el amianto –avisando a los vecinos de no abrir ventanas, vestidos de arriba abajo con equipos de protección personal– y las nulas de ahora, en la cornisa, sin ninguna protección, es abismal.

Soy especialmente sensible con este tema, después de haber vivido, más cerca de lo que querría, la muerte de un padre joven, cuando un panel del tejado de una nave cedió bajo sus pies y cayó cinco metros, causándole la muerte instantánea. Alguien que pensó que tardaría más tiempo en ponerse el arnés que llevaba en la furgoneta que en hacer el trabajo, lo acabó pagando. Tragedias como esta, marcan a familias y empresas durante décadas.

Tampoco puedo evitar pensar en la evolución de los sistemas de seguridad las últimas décadas, cuando no había que ponerse el cinturón de seguridad, ni el casco para ir en moto. O, como hija de albañil, jugaba a romper las placas verdes de uralita saltando sobre ellas, ajena a su toxicidad.

Los accidentes pueden tener muchas causas. Las más evitables son por los posibles incumplimientos de la normativa por parte de las empresas o por imprudencia de la persona que trabaja, suponiendo que la organización ha hecho su trabajo en formación y sensibilización. Pero hay una parte de los accidentes que provienen de una legislación aún no desarrollada. Podemos recordar, por ejemplo, cómo hasta 1990 no se limitó la tasa de alcohol para conductores profesionales. Pero lo más difícil de digerir es que, simplemente, a veces los accidentes pasan aunque se cumplan todos los estándares.

Según datos de siniestralidad laboral del Observatori de Treball i Model Productiu de Catalunya, entre enero y noviembre del 2024 se produjeron 62 muertos en accidentes laborales, 538 accidentes graves, y más de 88.000 accidentes leves, pero que requirieron bajas laborales. Los datos absolutos no son demasiado diferentes para el mismo periodo de 2023. Hay que resaltar que el 80% de las víctimas graves y mortales son hombres. Contrariamente a lo que pueda parecer, el sector de actividad con más siniestralidad es el de los servicios, seguido por la construcción y la industria. El más seguro es la agricultura.

Aparte de la siniestralidad, conviene añadir las enfermedades que se pueden desarrollar por las condiciones de trabajo. Se trata, sobre todo, de afecciones causadas por el contacto con agentes químicos, físicos, biológicos o, incluso, provocadas por la inhalación de sustancias nocivas. Los datos de 2023 de la Seguridad Social indican que en Catalunya se comunicaron más de 3.100 enfermedades profesionales y, en este caso, un 64% de las afectadas son mujeres.

La nueva normativa europea en informes de sostenibilidad obligará a las empresas a publicar información sobre las lesiones, enfermedades profesionales, y muertos, de manera anual. Una obligación que empieza por las grandes empresas y que, más pronto que tarde, llegará también a las de tipo medio. Esta información tendrá que incluir tanto a los trabajadores asalariados como a los que estén prestando servicios como autónomos y los contratados a través de una empresa de trabajo temporal. Además, se tendrá que comunicar a los trabajadores el número de muertes de la instalación donde trabajan.

Además, aparte de publicar los números en términos absolutos, también habrá que hacerlo en términos relativos: una tasa de accidentes, calculada en base al número de horas de trabajadas. Unos términos relativos que convendría tener al alcance a las estadísticas oficiales, porque los números absolutos son insuficientes para saber la evolución e identificar, con certeza, los sectores donde están concentrados.

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