Opinión | El puzzle catalán

Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

El dilema de Junts respecto a Aliança

Imagen de archivo de la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols.

Imagen de archivo de la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols. / MANU MITRU

Hasta la anterior legislatura la política de cordón sanitario que se había aplicado en Catalunya era relativamente sencilla porque aplicársela a Vox apenas tenía costes. Este partido, tanto por su posición en el eje izquierda-derecha como por su posición en la fractura nacional que lo sitúan como un partido de derecha radical y como un partido nacionalista español, hacían de él un aliado poco deseable por parte del resto de formaciones del sistema de partidos catalán, a excepción del PP, dada su lejanía ideológica con todos ellos ubicados en posiciones más o menos izquierdistas o centristas y todos ellos partidos de matriz catalanista. No era necesario ni competir ni cooperar con él y bastaba con ignorarlo.  Pero es que además la configuración del Parlament hasta la anterior legislatura como consecuencia de la existencia de una mayoría independentista convertían a Vox no solo en una formación indeseable políticamente sino también en irrelevante para la gobernabilidad, es decir sin capacidad para configurar mayorías.

Sin embargo, la presencia de Aliança per Catalunya desde las elecciones de mayo de 2024 han alterado la situación. Por primera vez hay un partido de derecha radical catalán en el Parlament de Catalunya, por primera vez no hay mayoría independentista y por primera vez desde el inicio del procés Junts per Catalunya empieza la legislatura estando la oposición. Pero es que además, según las encuestas y así lo puso de manifiesto el último barómetro del Centre de Estudis d'Opinió (CEO), Junts estaría viendo amenazado su territorio de caza electoral por el partido de Sílvia Orriols, que podría experimentar un fuerte crecimiento a su costa.   

Todas estas circunstancias hacen que ya no resulte tan evidente para todos los que antes aplicaban el cordón sanitario a Vox, en especial para Junts,  aplicárselo a Aliança en las mismas condiciones. Por diversas razones. Primero porque ahora existe una profunda conexión ideológica de un partido de derecha radical, en tanto que se define como independentista, con el resto de formaciones de esa familia política y aunque en el eje izquierda derecha pueda haber mucha distancia, también la habían entre CDC y la CUP, ya quedó demostrado en 2015 que la distancia en ese eje no era obstáculo para articular mayorías si el aglutinador era el independentismo. Y en segundo lugar porque precisamente la presencia de Aliança per Catalunya en el Parlament hace muy difícil que se pueda volver a haber una mayoría independentista si no se cuenta con ella y eso complica mucho las posibilidades de que Junts pueda volver al Gobierno, algo a lo que no se enfrenta ERC, que siempre podría volver a él con un tripartito de la mano del PSC.

En estas condiciones no resulta extraño que Artur Mas se haya referido a la necesidad de hablar con Aliança per Catalunya, que es el primer paso para romper el cordón sanitario. Y tampoco debe sorprender la respuesta de Junts por boca de Jordi Turull recordándole al expresidente que la política de Junts la decide Junts. Al fin y al cabo este partido, como les suele suceder a todos los partidos centristas, se está enfrentando al dilema estratégico de si cooperar o competir con la derecha radical y todavía no se ha decidido.

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