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La balanza del empleo se equilibra

La EPA muestra la buena marcha del mercado laboral, pero con ralentización en la creación de puestos de trabajo

España cerró 2024 con 21,8 millones de ocupados y un paro del 10,6%, su nivel más bajo desde 2008

Catalunya logra reducir su tasa de paro por debajo del 8% por primera vez en 16 años

España cerró el año 2024 con una cifra récord de empleo

Agencia ATLAS / Foto: Manu Mitru

Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que se conocieron ayer ponen de manifiesto el efecto positivo que la buena marcha de la economía está teniendo también en el mercado laboral, que cerró 2024 con un total de 21,85 millones de ocupados, un récord histórico en términos absolutos. Aunque el índice de desempleo sigue siendo alto, un 10,6%, es, sin embargo, el más bajo desde el segundo semestre de 2008, justo cuando la burbuja financiera e inmobiliaria estalló y la economía y el empleo se hundieron. Son, por tanto, noticias positivas, aunque en un ambiente político tan polarizado como el que se vive en los últimos años es difícil a veces apreciar que algo va bien o que no va tan mal. Con tanto ruido ambiental, el Gobierno pierde la capacidad de divulgar noticias sobre las cosas positivas, a la oposición no le interesa que se hable de ellas y a la ciudadanía le llegan velados indicios de que hay elementos favorables, incluso cuando muchos ciudadanos se ven beneficiados por ellos. Es, por tanto, necesario valorar los datos en su justa medida, en su parte beneficiosa y en aquella que precisa de mejoras para avanzar en la buena dirección. 

Hay más apuntes positivos en los datos de la EPA. El 97% del empleo nuevo se creó en el sector privado, algo digno de mención, como lo es también que no solo se haya creado trabajo en la restauración sino también en educación y programación y consultoría, y que la ratio de temporalidad haya seguido bajando desde la reforma laboral de 2021, y se haya recortado en un punto en los últimos 12 meses. Si analizamos algunos de los discursos políticos y económicos que persisten en incidir en la precariedad de los empleos que se crean, lo que no es del todo falso, estos datos vendrían a matizarlos, por más que sería necesario que la temporalidad siguiera bajando en el mercado laboral español. Del mismo modo, sería deseable que la tasa de desempleo se situara en los estándares europeos, cuatro puntos por debajo de ese 10,6% español. Quizás un dato que debería llevar a la reflexión a los responsables políticos es el hecho de que la mayor tasa de temporalidad se produce precisamente en el sector público: el 28,3% de los empleados de la administración pública son temporales, entre ellos parte del personal sanitario y educativo. Desciende la temporalidad, por tanto, pero sube la parcialidad, que afecta más a las mujeres, y se mantiene un alto índice de desempleo juvenil, el 24,9% entre los menores del 25 años, una lacra que sigue sin superarse. 

Los datos catalanes son mejores que los del conjunto del Estado. Aunque la creación de empleo se ralentizó en Catalunya en 2024, la tasa de paro descendió al 7,8%, en su nivel más bajo desde 2008. De hecho, en el peor momento de la pandemia de la covid el desempleo alcanzó el 13,9% y en la Gran Recesión despuntó hasta el 22,5%. También la tasa de temporalidad, que en el conjunto del Estado se sitúa en el 15,5%, es en Catalunya la más baja de su historia, con un 11,3%, al igual que el número de ocupados, que alcanza los 3,85 millones, es el más alto de los registrados. Son, sin duda, datos positivos que deben asentarse para seguir mejorando y más ahora que, tras la victoria de Trump en Estados Unidos, la incertidumbre se cierne sobre la economía mundial.