Opinión | Editorial
Editorial

Editorial

Los editoriales están elaborados por el equipo de Opinión de El Periódico y la dirección editorial

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando Europa banalizó el mal

Recordar lo sucedido y explicarlo a las nuevas generaciones es la manera eficaz de evitar que se repita

El mundo conmemora el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz

La extrema derecha en auge en Alemania y Austria minimiza el horror nazi 80 años después de la liberación del campo de exterminio

Con motivo del 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, conviene recordar que su existencia no concierne únicamente al régimen nazi. Interpela a todos los europeos que no fueron capaces de ver venir el mal, ni dieron credibilidad a la existencia de una industria del exterminio hasta que se publicaron las primeras fotografías de supervivientes. La liberación del campo por las tropas soviéticas fue un aldabonazo para la conciencia europea. Más de un millón de personas fueron ejecutadas en Auschwitz, la mayoría judíos. Desde entonces, cada año tiene lugar una dolorosa y necesaria ceremonia de recuerdo del horror que vivió este campo y otros como Dachau, Buchenwald, Treblinka o Majdanek. La de este año ha tenido una significación especial. Por el olvido creciente del genocidio del pueblo judío que supusieron estos campos, en los que también murieron comunistas, socialistas, gitanos, clérigos, testigos de Jehová, homosexuales y otras personas consideradas 'asociales' por parte del III Reich.

La conmemoración de este lunes estuvo marcada por el auge de la extrema derecha en toda Europa, en particular en Alemania, donde la AfD, el partido que nació de las cenizas de la formación creada por Adolf Hitler, podría ser la segunda fuerza política en las próximas elecciones. Como consecuencia de ello, los actos conmemorativos de este año –en los que asistieron más de veinte jefes de Estado, entre ellos los reyes Felipe VI y Letizia–, se han llevado a cabo en un contexto enrarecido, donde el desconocimiento y el negacionismo ganan adeptos. Todavía resonaban las palabras recientes del billonario Elon Musk, cercano a Donald Trump, dando su apoyo a la AfD. Ante una concentración de este partido, Musk instó a los alemanes a superar el sentimiento de culpa por lo sucedido hace 80 años, unas palabras tan perturbadoras como el saludo romano que había protagonizado unos días antes. No se trata de culpabilizar indiscriminadamente al pueblo alemán, sino de evitar toda ambigüedad acerca de lo que ocurrió en los campos de exterminio. Recordar lo sucedido y explicarlo a las nuevas generaciones es la manera más eficaz de evitar que la historia se repita. 

Cualquier banalización de la maldad de una dictadura, del signo que sea, contribuye a su legitimación. Máxime si se produce en un contexto como el actual, donde la desinformación y las teorías alternativas alientan el revisionismo. La mitad de los jóvenes norteamericanos, y uno de cada cinco jóvenes alemanes, dicen desconocer la existencia de los campos nazis o los niegan. No es un buen dato, si queremos que las atrocidades cometidas en el siglo XX sirvan de antídoto frente al antisemitismo, el racismo, o cualquier forma de discriminación. En una de sus novelas, el escritor Martin Amis pone en boca de un victimario de Auschwitz palabras que ilustran la banalización del mal que condujo al fascismo. «Rechazamos de forma categórica el sistema cristiano del bien y del mal, de lo bueno y lo malo. Tales valores, reliquias de una barbarie medieval, ya no tienen validez. Ya solo existen resultados positivos y resultados negativos». Pensar que la oscuridad es historia pasada constituye una temeridad