Opinión | Reivindicación
Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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El éxito del abuelo de Eduard Sola

Aunque todo podría ir mejor, la sociedad ha situado al nieto de un analfabeto, cita textual, al frente de uno de los mejores guiones de los últimos años, y en catalán

El emotivo discurso de Eduard Sola en los Premis Gaudí

Eduard Sola habla tras su discurso viral en los Premis Gaudí: "Mi abuelo fue minero y luego paleta y yo me dedico a escribir"

Eduard Sola

Eduard Sola / QUIQUE GARCÍA / EFE

La polémica del discurso del guionista Eduard Sola en la entrega de los premios Gaudí es la habitual en los tiempos que corren. El comentario fue reinterpretado de forma rápida. Como si gritaran: “¿Está usted diciendo que…?”. Pues no. Ante esa pregunta siempre hay que contestar: “No. He dicho lo que he dicho”. Un cambio de palabras abriría la veda a otra reinterpretación y así hasta el infinito. Y es que puede que los problemas de comprensión lectora comenzaran hace tiempo. Sola explicó lo que explicó, que era su punto de vista y de nadie más. Y fue emocionante, por cierto.

Hubo aplausos y vítores. Algunos de los asistentes hasta se pusieron de pie. Pero parece que eso que llamamos redes se alteraron por esa reinterpretación de su mensaje a la que antes me refería o porque se salió de la metodología reivindicativa que trabaja siempre lo negativo. Las palabras del guionista evidenciaban éxito. O sea, que las cosas van bien. Y que aunque todo podría ir mejor, es indudable, la sociedad en general ha situado al nieto de un analfabeto, cita textual, al frente de uno de los mejores guiones de los últimos años, y en catalán.

Las galas de cine desde hace bastantes años son un excelente momento para posicionarse de forma pública. Agitar lo políticamente correcto con aquello que es cercano y nadie criticará. Normalmente, no hay muchos actores o directores de cine con ideología conservadora. Y si los hay callan, al menos en Catalunya, y también en el resto de España. Así, las reivindicaciones plasmadas en los discursos siempre tienen una misma línea. Durante la gala del sábado el tema recurrente fue el evidente problema de vivienda, de alquiler social, aunque nadie recuerde que los ocho años de gobierno municipal de Ada Colau, ¡ocho!, y los ya casi siete de Pedro Sánchez, hayan servido de bien poco.

Sin embargo, Eduard Sola no tenía previsto un discurso de queja. Todo lo contrario. Lo suyo era un agradecimiento precedido de la siguiente idea: “Podría entender este Gaudí como una venganza contra todos los que engañaron a mi abuelo aprovechándose de sus carencias culturales. Todos los que hicieron sentir inferiores a mis padres y a mis abuelos y a mis tíos. Una venganza de todas esas miradas de superioridad que en tres generaciones nos hemos tenido que tragar los que venimos de debajo de todo. Lo podría entender así, pero no lo haré”.

La idea merecería un libro. No es un tema en el que se haya profundizado demasiado desde un punto de vista tan claro y conciso como el expuesto por Sola. Me refiero a una ficción que explicara cómo se sintieron en los años 60, y 70, y también los 80, y hasta los 90, todas aquellas generaciones que, digamos, no daban el nivel… para algunos. En definitiva, se trató de una introducción a modo de, “aquí queda dicho”.

Pero el nudo de su discurso fue positivo. “Si mi abuelo era analfabeto y yo me dedico a escribir es porque ha pasado alguna cosa. Y esta cosa se llama progreso”. Y mencionó a la escuela pública, al 'esplai' y a las personas que le acompañaron en crecer libre. Un éxito de sociedad. No es malo decirlo. Y eso no estaba previsto.   

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