Opinión | Premis Gaudí
Sergi Sol

Sergi Sol

Periodista

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La España de 'El 47' frente a la de la '1 y no 51'

La película emociona. Pero lo relevante es cómo engancha al abordar la cuestión de la avalancha migratoria que recibió Catalunya durante el franquismo

‘El 47’ arrasa en unos Premis Gaudí muy reivindicativos

El director d’‘El 47’, Marcel Barrena, i la neta de Manolo Vital, Joana Vital, ahir, a la gala dels Gaudí.  | QUIQUE GARCÍA / EFE

El director d’‘El 47’, Marcel Barrena, i la neta de Manolo Vital, Joana Vital, ahir, a la gala dels Gaudí. | QUIQUE GARCÍA / EFE

Los Premis Gaudí han enaltecido ‘El 47’ con ocho galardones. Pero, probablemente, se quedarán cortos ante el número de Goyas a los que aspira la película de Marcel Barrena, el director del enésimo proyecto de Mediapro. Que si no es una de las mejores películas que se han hecho en Catalunya –o en el conjunto del Estado- es, con toda seguridad, la mejor película de 2024.

Emociona. Pero lo relevante es cómo engancha al abordar la cuestión de la avalancha migratoria que recibió Catalunya durante el franquismo. Y cómo lo trata, cómo evidencia las causas de aquella inmigración y la batalla para salir adelante en tierra de acogida. Sobre la primera cuestión, sigue el trazo de aquel precioso poema del represaliado franquista Miguel Hernández, ‘Andaluces de Jaén’. Poema que musicó el cantautor Paco Ibáñez y que Jaén tuvo a bien convertir en himno oficial de la provincia. Lástima que los actuales cabecillas de aquellas tierras sufran amnesia y elaboren teorías surrealistas sobre las causas que empujaron a centenares de miles a poner tierra de por medio.

No hace falta decir que el mundo ha cambiado. Eran otros tiempos. Para bien y para mal. Ahora no hay legislación urbanística ni sensibilidad social que permitiera edificar en la sierra de Collserola. Y mucho menos a una gente que llegaba con las manos desnudas, con fardos, y que se procuraron un techo -literalmente con las manos- sin arquitecto ni licencias, desafiando a la autoridad y a unos terrenos empinados que habían visto las primeras barracas y viviendas a principio de siglo XX.

También es relevante la modélica integración de la familia protagonista. Ella, monja. Él, un extremeño que aprende la lengua catalana ‘por amor’ y que es la lengua con la que decide educar su hija. Todo un mensaje de una España plural a trancas y barrancas que parece coyunturalmente abrirse a tientas, ante la involución jacobina que tanto ayer como hoy amenaza por las esquinas. La España del ‘47’ frente la España de la ‘1 y no 51’.

Suscríbete para seguir leyendo