Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

Albert Sáez

Director de EL PERIÓDICO

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¿Que hay detrás de la llegada de Murtra a Telefónica?

Marc Murtra, en una imagen de archivo.

Marc Murtra, en una imagen de archivo. / ÁLVARO MONGE

Tras más de una década de ausencia en las instituciones y en los grandes asuntos, la llegada de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat cataliza un lento pero inexorable regreso de actores catalanes a la primera línea de los movimientos de calado en España. El último es el ascenso de Marc Murtra a la presidencia de Telefónica, una de la principales multinacionales españolas. Murtra es, antes que nada, un ejecutivo solvente que cuenta tanto con experiencia en empresas de inversión internacionales, especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones, como en el de la gestión pública, tanto en el Estado como en Barcelona, siempre de la mano de los socialistas. A ese currículum le ha sumado en los últimos años dos elementos que resultan clave en el actual nombramiento: su presencia en el patronato de la Fundació la Caixa, propietaria del cien por cien de Criteria, accionista de la operadora y, más recientemente , su trabajo en la presidencia de Indra, controlada por el Estado a través de la SEPI, a su vez también accionista de Telefónica. Murtra llega a la presidencia, pues , de la mano de dos de los tres primeros accionistas y el beneplácito del resto del núcleo duro. Y la jugada tiene aires catalanes por los cuatro costados, cosa que asegura el escándalo de los que consideran excepcional lo que no se cuece en Madrid.

Más allá de lo anecdótico, miremos el fondo del asunto: los accionistas de la compañía tienen desde ahora la esperanza de que el valor de la acción se recupere después del desastre de la gestión de los últimos años, la compañía recupera la estabilidad del núcleo accionarial con los saudíes alineados pero sin ir por su cuenta, los dos principales grupos industriales del país (Criteria desde el sector privado y la SEPI desde el público) acometen otra operación vinculada a la autonomía estratégica europea, en este caso en materia de telecomunicaciones y defensa, y los centros de decisión en España se descentralizan, un poco. Fainé, nuevamente, juega y gana.

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