Opinión | La espiral de la libreta

Olga Merino

Olga Merino

Periodista y escritora

De aves, cohetes y otros pájaros de cuenta

El Starship de Elon Musk ha estallado en fuegos de artificio en vísperas de la coronación. ¿Mal agüero? Por de pronto, la investidura de Trump resume el estado del mundo: pilota la nave una oligarquía tecnológica desde la sala de máquinas de la democracia

Donald Trump.

Donald Trump. / EFE

En la antigua Roma existía una casta sacerdotal especializada en descifrar signos. Los augures, los llamaban. Presidían la ceremonia de entronización del nuevo monarca, pidiendo protección al dios Júpiter, además de 'leer' presagios en el vuelo de las aves. Analizaban los trazos que dibujaban en el cielo águilas, buitres, halcones, búhos, gavilanes, cornejas y otros córvidos. Si el pájaro en cuestión o la bandada venían por la izquierda, se interpretaba, ay, como una señal de mal fario. Los sacerdotes adivinos también escudriñaban el canto de las aves, su tono y frecuencia. Por el escritor romano Plinio el Viejo sabemos que los cuervos graznan de forma espantosa, "como si los estrangularan", cuando presienten un hecho funesto. De ahí la expresión "pájaro de mal agüero". Y hete aquí, mira por dónde, que el jueves, en vísperas de la coronación de Donald Trump, el flamante emperador del orbe, un inmenso pajarraco metálico surcó el firmamento y se achicharró en pleno vuelo, con un gran espectáculo pirotécnico, apenas ocho minutos después de su lanzamiento. Nos referimos al gigantesco cohete Starship de SpaceX, la empresa espacial de Elon Musk. ¿Un presagio aciago del mandato que se estrena? Por de pronto, se montó un buen pifostio, que obligó a desviar el trafico aéreo sobre el Caribe. Al magnate no pareció importarle la explosión: "¡El éxito es incierto, pero el entretenimiento está garantizado!". Por supuesto que sí. 'The show must go on'. Con Sylvester Stallone 'Rambo' en el papel de embajador.

Musk ocupará un lugar primordial en el acto de investidura, junto con otros representantes de la nueva oligarquía tecnológica, como Mark Zuckerberg (dueño de Meta, fundador de Facebook) y Jeff Bezos (Amazon), quien también anda mandando cohetes al espacio sideral. Las imágenes de la ceremonia constituirán el fiel reflejo de la época: pilotan el mundo los consejeros delegados de empresas multimillonarias, y lo hacen desde el corazón de las instituciones democráticas.

Entretanto, desgranamos las horas previas al segundo mandato de Trump absortos como augures romanos, intentado descodificar nubes y vientos, tratando de desembrollar las incógnitas de la legislatura: si el nuevo presidente se atreverá a lanzar una opa sobre Groenlandia, si expulsará de territorio estadounidense a 11 millones de inmigrantes sin papeles —¿puede permitírselo la economía?— o si acabará cediendo la isla de Taiwán a Xi Jinping. Más de la mitad de los norteamericanos votó a Trump como reacción al relato de la izquierda 'woke', pero sobre todo por desespero, porque la inflación se les zampa el salario; a eso deberá aplicarse. Por lo que respecta a Europa, los pájaros pían que cabe esperar aranceles, quizá una tregua que beneficiaría más a Rusia que a Ucrania y rascarnos el bolsillo en materia de seguridad.

En Washington hace un frío tan pelón —se esperan temperaturas de seis grados bajo cero— que la ceremonia de investidura se ha trasladado al interior del Capitolio. Como en 'Juego de tronos', "Winter is coming". En efecto, el invierno ya está aquí.  

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