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Con las pensiones no basta

La disposición a llegar a un acuerdo es una excepción pero debería alcanzar a otros asuntos como la vivienda

El PP confirma que apoyará la última reforma de las pensiones y desbloquea su tramitación en el Congreso

La reforma que impulsa el PSOE pone en peligro las causas que afectan al Gobierno

El PP apoyará la reforma de pensiones pactada por el Gobierno con patronal y sindicatos

El PP apoyará la reforma de pensiones pactada por el Gobierno con patronal y sindicatos

La decisión del PP de apoyar la última reforma de las pensiones es, sin lugar a dudas, una noticia de la que hay que congratularse. Los motivos son varios. El primero de ellos, sin duda, el propio contenido de la modificación legal que facilita, mediante gratificaciones retributivas, las jubilaciones demorada, parcial y activa, que permitirán a muchos trabajadores continuar con su actividad laboral, una vez cumplida la edad legal de retiro, y beneficiarse de ello también en el cobro de su pensión. Es una medida necesaria que va a ayudar al Estado a hacer frente al desafío que supone para el sistema el cese laboral de la generación del 'baby boom' y a muchas personas a prolongar su vida laboral, si así lo desean. Pero hay también otra razón para celebrar el voto a favor de ese decreto comunicado ayer por Alberto Núñez Feijóo y es que ese anuncio llega como un soplo de esperanza en un ambiente de polarización política tan grave que el apoyo a una norma gubernamental supone un alivio. Cierto es que Feijóo alegó que la reforma llega avalada por un acuerdo previo entre patronal y sindicatos, razón que en otras ocasiones no ha llevado a un voto favorable.

No obstante, el respaldo del PP, que le permite a Pedro Sánchez salvar la reforma de pensiones que algunos de sus socios no votarán, no significa que la relación entre el Ejecutivo y la oposición vaya a mejorar. De hecho, esta de las pensiones es una excepción que no alcanza, por ejemplo, a un asunto tan crucial en este momento como es el de la vivienda, que afecta más a la población más joven. Ahí, PP y PSOE han presentado solemnemente propuestas que, a primera vista, responden a modelos ideológicos diferentes y, por tanto, parecen incompatibles. Seguramente, la principal razón para el desacuerdo no estribe tanto en dos modelos aparentemente antagónicos como en la falta de interés de Gobierno y oposición en sentarse a negociar un acuerdo imprescindible para sacar la norma adelante y para su aplicación posterior, que depende de las comunidades autónomas que tienen las competencias sobre esa materia. Razón de más para llegar a ese imprescindible pacto de Estado que hoy parece inimaginable. Ayer Feijóo alegó que tras el registro de lo que él llama la «Ley Begoña», la propuesta del PSOE para limitar la acusación popular, que nada tiene que ver con la vivienda, no hay diálogo posible.

Más allá de la retórica con la que ambos partidos hacen gala de su preocupación por los problemas de los jóvenes y sus dificultades para acceder a una vivienda, es muy difícil no ver cierto interés electoral en el hecho de que acuerden sobre pensiones y no sobre asuntos que afectan a la juventud. Se da la circunstancia de que la mayoría de los más de nueve millones de pensionistas acostumbran a votar, mientras muchos jóvenes están optando por la abstención. Es una brecha generacional que se produce por la incapacidad de los principales partidos para conectar con las nuevas promociones de electores que, en muchas ocasiones, se sienten ajenas al sistema. Esos discursos obsoletos y la falta de sensibilidad y de respuestas a las preocupaciones y necesidades de los jóvenes han abierto una fisura de la que puede depender, incluso, el futuro de la democracia. Deberían hacérselo mirar.