Opinión | Literatura
Jordi Puntí

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

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Reírse en voz alta

Como David Lodge era de Londres, supongo que hacía humor inglés. Es ese humor que combina el ingenio de un juego de palabras con la sorpresa de romper las convenciones para poner a alguien en ridículo

Muere el escritor David Lodge, el último sabio del humor inglés

BARCELONA 1632006 EXIT ENTREVISTA AL ESCRITOR DAVID LODGE FOTO DE RICARD CUGAT. DAVID LODGE , ESCRITOR , ENTREVISTA _ MEDIO , PLANO _ ENTREVISTA

BARCELONA 1632006 EXIT ENTREVISTA AL ESCRITOR DAVID LODGE FOTO DE RICARD CUGAT. DAVID LODGE , ESCRITOR , ENTREVISTA _ MEDIO , PLANO _ ENTREVISTA / RICARD CUGAT

El primero de enero murió a los 89 años el escritor David Lodge, y yo le recordaré sobre todo como uno de los pocos narradores que me han hecho reír mientras leía. Reírse en voz alta, quiero decir, de soltar una carcajada y no solo una sonrisa, cuando de repente te sorprendía con una frase brillante o una escena tan bien trabada que sacaba todo el jugo a la situación de comedia. Lodge tenía un doble perfil de profesor de literatura y novelista corrosivo. Con una mano escribía ensayos sabios como 'El arte de la ficción', o una novela de tono literario como '¡El autor, el autor!', a partir de la figura de Henry James. Y con la otra dedicaba su talento a construir novelas satíricas que hurgaban en el contraste entre las tradiciones sociales arraigadas, sobre todo en el mundo académico británico, y las novedades transgresoras de los nuevos tiempos, ya fuera a través del feminismo, las terapias alternativas o el turismo. En 'Intercambios', por ejemplo, una de sus obras más hilarantes, un profesor de California, especialista en novela inglesa del siglo XIX, intercambia su plaza en la universidad con un colega inglés. La adaptación temporal a un estilo de vida y una cultura diferentes crea para los dos todo tipo de malentendidos y situaciones límite, y al final el intercambio se convierte incluso de pareja.

Como David Lodge era de Londres, supongo que hacía humor inglés. Es ese humor que combina el ingenio de un juego de palabras con la sorpresa de romper las convenciones para poner a alguien en ridículo; ese humor que mezcla la ironía fina con la salida de tono incómoda. Pienso también en otros novelistas británicos que me han hecho reír, como Tom Sharpe, Jane Gardam, Jonathan Coe o Alan Bennett, que a sus 90 años acaba de publicar una nueva novela corta, 'Killing Time'. La sitúa en una residencia para la gente mayor, otro escenario que permite reflexiones lúcidas y divertidos equívocos sobre la condición humana. Quizás porque a menudo escriben a la contra de una sociedad bienpensante, estos autores son un antídoto ante la ola reaccionaria que cada vez nos deja menos espacio para reír a gusto.

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