Opinión | Crisis política
Salvador Martí Puig

Salvador Martí Puig

Catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Girona

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Venezuela: ¿es posible el desplome del régimen?

Parece que Edmundo González y María Corina Machado quieren creer que esta vez sí hay una “ventana de oportunidad” a partir de la cuál derribar al Gobierno de Maduro

Venezuela, en vilo por las manifestaciones a favor y en contra de la toma de posesión de Maduro

Todo el mundo está pendiente -una vez más- de Venezuela. Son muchas las crisis vividas en dicho país durante el último cuarto de siglo, pero hasta ahora el desenlace siempre ha sido el mismo: la supervivencia del régimen autoritario.

Con la perspectiva que nos dan los años, es posible señalar que -desde la llegada de Chávez- el régimen suele permanecer lánguidamente estable si bien, a veces, vive períodos de alta tensión. Esto ocurre cuando la crisis económica y social se vuelve tan agónica que la oposición vuelve a cobrar un cierto atractivo electoral. Esta resurrección de la oposición, sin embargo, tiene efectos negativos para la institucionalidad del país, ya que implica rabiosos contraataques del Gobierno, que adapta e innova estrategias para continuar en el poder, incluso recurriendo al fraude masivo y a la represión.

No hay duda de que el cálculo que ha hecho la oposición esta (última) vez es el de que -ante el estupor de la derrota electoral del madurismo- la reacción del Gobierno sea tan desmedida que conlleve una posible pérdida del control de la calle y, también, de sus socios continentales, generando una ventana de oportunidad para el desplome del régimen.

Pero es de justicia advertir que el colapso de un régimen es un evento histórico excepcional. Uno de los académicos más reputados en esta temática, el sociólogo norteamericano John Foran, de la Universidad de California, expone que es necesario que se combinen cinco factores para que un régimen se desplome y dé lugar a un cambio político abrupto. Estos son: un desarrollo económico dependiente, un Estado excluyente y represivo con una débil capacidad militar y policial, la presencia de una cultura política de oposición y resistencia, una crisis económica, y un entorno internacional afín la oposición.

Hoy, de estos cinco factores, está claro que tres están presentes -un desarrollo dependiente, una crisis económica y una cultura de resistencia- mientras que de los dos restantes uno seguro que no y el otro está por verse. El que no, queda claro. Es que el régimen venezolano no tiene una 'débil' capacidad represiva, ya que Maduro ha conseguido imponerse a través de innovar en estos menesteres a partir de cooptar a los militares metiéndoles en negocios, promocionar a organizaciones paramilitares para amedrentar a la oposición y, también, ceder poder a las redes ilegales y sectores del crimen organizado. Todo ello, además de dar cabida a gobiernos extranjeros (como el cubano o el chino) en la gestión de los asuntos domésticos.

Otra cosa es la de si ha cambiado la 'ventana de oportunidad' en el ámbito internacional. En este sentido, está por verse si la vuelta de Trump a la Casa Blanca, el rechazo hacia Maduro de un abultado número de gobernantes latinoamericanos, y la distancia que han cobrado supuestos aliados como Lula da Silva, Gustavo Petro o Claudia Sheinbaum puede generar la zozobra del régimen.

Obviamente, nadie puede predecir el futuro, pero parece que Edmundo González y María Corina Machado quieren creer que esta vez sí hay una “ventana de oportunidad” a partir de la cuál derribar o -cómo mínimo- sentar de verdad en la mesa de negociación al régimen de Maduro

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