Opinión | NADA ES LO QUE PARECE
Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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¿Se sigue viviendo mejor contra Franco?

El president del Govern, Pedro Sánchez, en el primer acte pels 50 anys de la mort de Franco, ahir al Museu Reina Sofia de Madrid. | JOSÉ LUIS ROCA

El president del Govern, Pedro Sánchez, en el primer acte pels 50 anys de la mort de Franco, ahir al Museu Reina Sofia de Madrid. | JOSÉ LUIS ROCA

La impronta de la mente desacomplejada del nuevo jefe de gabinete de Pedro Sánchez, el joven y sobradamente preparado Diego Rubiovivió este miércoles su puesta de largo con el inicio de las celebraciones de los 50 años de libertad tras la muerte del dictador Francisco Franco. Estamos ante una jugada audaz que proporciona al Gobierno muchas cosas que necesita. La primera, cohesión en la mayoría de investidura. Desde el PNV hasta Bildu, pasando por Junts, Sumar, Esquerra, Compromís y tutti quanti, todos pueden estar cómodos en ese marco mental aunque en este primer acto algunos se ausentaran para no padecer el síndrome de lo que llaman medio en broma la "psoetización". Esta conmemoración proporciona a la Moncloa, en segunda instancia, un proyecto a un año vista, alejando el fantasma de la precariedad permanente en la que le sitúa esa débil mayoría en el Congreso y en la que pretenden arrinconar cada día la prensa atrincherada para anunciar su inminente caída. Y en tercera instancia, el framework de la muerte de Franco coloca al Gobierno del lado de los más jóvenes a los que apela permanentemente para sacarlos de las zarpas de Abascal y, sobre todo, de las de Alvise. Hasta aquí nada qué decir. Contra Franco, aunque ya no esté, el Gobierno vive mejor.

Pero al relato le faltan algunas cosas para ganarse la credibilidad que necesita y que la sola aportación del presidente no garantiza. Esa libertad que se conmemora se basó en la concordia, un concepto que algunos llevan años menoscabando con una expresión insultante: "el pacto del 78", identificado a diestra y siniestra con el emérito y con toda la casta que se derrumbó con la crisis del 2008. Pero es justamente el pacto del 78, la concordia, lo que permitió que tras la muerte de Franco llegara la libertad y la democracia que es justo lo que tiene sentido celebrar. Pero esa concordia parece hoy, a ojos de algunos politólogos, incompatible con la polarización que es precisamente la base de la actual mayoría en torno al PSOE y que puede acabar siendo la de la siguiente, entonces en torno al PP. La mente brillante que ha diseñado la jugada dispone de todo un año para hacer algo tan sencillo como dejar al PP del lado correcto del muro que trata de levantar contra el fascismo. Y el PP también tiene que entender que es dónde debe estar para seguir los aires de la UE. Pero necesita que le pongan una pista de aterrizaje. 

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