Opinión | 50 años de la muerte de Franco
Emma Riverola

Emma Riverola

Escritora

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La esperanza de la memoria

Nada que objetar a la conmemoración. Otra cosa es si la ocasión permitirá profundizar en nuestra democracia o se convertirá en un elemento más de erosión

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Madrid. 08.01.2025. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto ‘España en Libertad’, en el auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En la imagen junto a Francina Armengol, Yolanda Díaz y Pepe Álvarez, UGT

Madrid. 08.01.2025. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto ‘España en Libertad’, en el auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En la imagen junto a Francina Armengol, Yolanda Díaz y Pepe Álvarez, UGT / José Luis Roca

¿Para qué sirve la memoria? Arma o escudo. Melancolía u oportunidad. Al fin, toneladas de barro para ser moldeadas según la voluntad del alfarero. Masa necesaria para la masturbación nacionalista, esa que busca la justificación de su superioridad en las glorias pasadas y de su odio, en las derrotas pretéritas. Pero, también, materia para modelar un futuro mejor: la posibilidad de un duelo digno por lo perdido, la reparación de lo roto, el rescate de los sueños truncados y la oportunidad de nuevas creaciones.

Pedro Sánchez dio el pistoletazo de salida a ‘España en libertad’, un conjunto de actos que, a lo largo de 2025, conmemorarán la muerte de Franco y los primeros pasos de la democracia. La conveniencia de la celebración parece indiscutible y no deja de ser un eco de otras que se han celebrado. En plena pandemia, las máximas autoridades alemanas, con la cancillera conservadora Merkel en cabeza, conmemoraron el fin del nazismo. Franco murió en la cama y el nazismo fue derrotado por las armas. El fin de los dictadores no resta legitimidad a la celebración de la libertad.

Nada que objetar, pues, a la conmemoración. Tampoco a la urgente necesidad de mostrar la verdad tenebrosa de los autoritarismos. Otra cosa es si la ocasión permitirá profundizar en nuestra democracia o se convertirá en un elemento más de erosión. Que los actos no sean fruto de un acuerdo entre todas las fuerzas democráticas, resulta desalentador. Es cierto que la derecha española está obcecada en su campaña de acoso y derribo contra el Gobierno. También es cierto que Sánchez no pierde la oportunidad de equiparar el PP a Vox. Pero, sin un mínimo consenso, la conmemoración y las críticas que genere solo ofrecerán pedagogía del desprecio al otro. Una lección de oportunismo político que no nos merecemos. Porque, aunque plagado de errores y dificultades, en nuestro pasado hubo alegría, creatividad, admiración por la diferencia y hambre de libertad. La esperanza también late en la memoria, pero solo si se convoca con generosidad y voluntad de acogida.

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