Opinión | Clima político
Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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El acuerdo de los 'cuñaos': Catalunya se relaja

Las reuniones familiares de esta Navidad han sido propicias para evidenciar que la sociedad catalana estaba agotada de tanta política

El Govern presentará los presupuestos a partidos y agentes sociales este enero

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en una intervención en el Consell de Diàleg Social

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en una intervención en el Consell de Diàleg Social / Gerard Artigas / ACN

Las fiestas navideñas son un buen momento para encontrar el pulso por el que se agita la sociedad más cercana. Los perfiles psicológicos que ahora denominamos como 'cuñaos' son los ideales para comprobar el nivel de profunda tontería en el que estamos y salir a flote. Mejor analizar desde abajo que por arriba, sobre todo para conocer en qué mal podemos llegar a habitar.

Mi trabajo demoscópico que, por supuesto, ha sido casero, cercano, familiar, de estar por casa, pero detallado e inspirador, indica que la sociedad catalana en general vive más sosegada que hace seis años y que es consciente de que esta relajación es positiva para el día a día ciudadano. Los mismos individuos que maldecían las estrategias del Estado opresor y de todos sus personajes, ahora han olvidado la agitación con mala intención, aquellos cortes de carretera, el grito de propiedad sobre las calles, el valor de las sonrisas para ser revolucionarias y todos esos emblemas inútiles. En definitiva, se acabaron las tonterías.

Las reuniones familiares de esta Navidad han sido propicias para evidenciar que la sociedad catalana estaba agotada de tanta política. Las discusiones virulentas de los últimos años han dado paso a debates fugaces y superficiales que han acabado en brindis y unas cuántas sonrisas. Nada que ver con el pasado reciente, donde eran muchos los 'cuñaos' que no querían volverse a ver. Todos conocemos algún pariente que dejó de hablarse con otro por la situación antipática a la que condujo la mala política. No fue una sorpresa.

El cansancio ha puesto cierto equilibrio en un desfase que se nos fue de las manos como sociedad. Y así, he llegado a oír palabras positivas en relación a la tranquila travesía que parece haber iniciado Salvador Illa al frente de la presidencia de la Generalitat. Ciudadanos que se muestran alejados del socialista, pero que valoran su estilo de generar un ambiente atemperado. Tanto es así que otorgan a la clase política catalana un estilo diferente al que se vive en Madrid. En estos casos es necesario recordar los hechos del 6 y 7 de septiembre en el Parlament de 2017, cuando el ridículo democrático superó muchos límites. Pero da igual. De pronto nos hemos convertido en una sociedad sosegada. ¡Menudo regalo navideño!

Quienes alertan que la estridencia catalana, llámese ‘procés’, se ha ido a Madrid, están en lo cierto. La tensión y mal rollo que vive el Madrid político es muy preocupante, pero puede que sea justamente ese ruido el que apacigüe las habituales hiperventilaciones a las que nos acostumbramos por aquí.

La cuestión más acuciante en estos momentos es la aprobación de los presupuestos, tanto los del Estado como los de la Generalitat. El año ha comenzado y con él la vuelta a las negociaciones. Probablemente, esté más cerca el acuerdo en Catalunya que en Madrid. En principio Oriol Junqueras, ya como president de ERC, tiene más que ganar si respalda los presupuestos del Govern Illa que si los rechaza. Y así 2025 le quedará para la reinvención. ¿Y en Madrid? Eso, ni un chotis lo resuelve.        

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