Opinión | Reyes, moda y apariencia
Algo que te enerve para 2025

Mujeres afganas protestan por sus derechos en Kabul. / HOSHANG HASHIMI
¡Feliz año a todos los lectores! Veremos qué nos trae el 2025. De momento, el asombro de haber cubierto el primer cuarto del siglo XXI y lo lejos que quedan los 70. Nada como la perspectiva del tiempo para poner a cada uno en su lugar. Quizá para no fijarme mucho en ello soy más de cambiar el año con emoción, jaleo y mucha gente en casa que con el reposo que supone sentarse a pensar dónde estás y a dónde quieres ir. ¿Acaso no estamos todos los demás días con ello? Día a día, mes a mes, que un año es muy largo y no quiero que se me haga corto. La penalización de haber pasado un año más sin grandes sobresaltos. Porque cuando estos aprietan puede parecer que el tiempo se estanca.
Pienso, y aquí viene el giro de guión, en las mujeres afganas. Esta semana hemos sabido la última atrocidad maquinada por la mente enferma de los talibanes: prohibir las ventanas con vistas a casas vecinas donde vivan mujeres. Es una locura real, hay hombres reales pensando este tipo de cosas y mujeres reales sufriendolas. Muchas de ellas, ya prácticamente recluídas en sus casas por todas las otras leyes talibanas, seran enterradas en vida. Ni mirar por la ventana si pueden ser vistas.
En 2019, dos años antes del retorno de los talibanes al poder, comisarié la primera edición del espacio de debate Cruilla Talks organizado por el festival de música Cruilla, y trajimos a Barcelona a Khalida Popal, la fundadora de la selección femenina de futbol de Afganistan. Ya antes de que llegaran los talibanes tuvo que exiliarse por amenazas: ¿una mujer jugando a futbol? Sin embargo, encuchándola entonces en Barcelona, había margen para la esperanza porque las mujeres estaban decididas a levantar su voz y arriesgarse para ganar derechos. Ella era el ejemplo. No hay valentía que pueda con los talibanes ahora, quienes literalmente han prohibido su voz en público.
Pienso en los millones de mujeres cubiertas de arriba a bajo, sin posibilidad de estudiar, miles de niñas vendidas en matrimonio a los ocho o nueve años, pienso en su esclavitud y lo que la vida les depara entre los muros de su casa y me enerva.
Eso es lo que deseo para todos de cara al 2025, una injusticia que nos enerve y nos haga presentes en el mundo en el que vivimos más allá de nuestros muros. Un vivir activo y comprometido. Hay tantas injusticias, cercanas y lejanas, el mundo es tan feo a veces, que no se puede pasar de puntillas.
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