Opinión | Reconocimiento europeo
Sergi Sol

Sergi Sol

Periodista

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La soledad del catalán

Parlamento europeo

Parlamento europeo / Parlamento europeo

No hay pago por adelantado. Y va a ser harto difícil que haya reconocimiento alguno a lo largo de 2025. El catalán no es lengua oficial en España. Es lengua de Estado, sí. De uno en concreto, de Andorra. Pero el país de los Pirineos no forma parte de la Unión Europea. Si así fuera, el catalán sería lengua oficial del club de estados europeos, de la Europa de los 27.

Tan fácil como eso. El reconocimiento no atiende al número de hablantes en la Unión Europea. Atiende a lo que son y representan todos y cada uno de los estados que lo conforman. Por eso el gaélico o irlandés tiene un estatus oficial en la Unión Europea pese a ser una lengua con menos hablantes habituales que habitantes tiene Terrassa.

El pago por adelantado pretendía ser como aquella baldosa de los bares que advierte aquello de ‘El que fía no está y el que está no fía’. Sólo que en este caso era una quimera, un ensueño, una pretensión sin fundamento por mucha razón que se tenga y por mucho empeño que se ponga.

Si España se asemejara a Suiza no habría problema. O tal vez infinitamente menos. Pero España no es un Estado que viva su pluralidad con plenitud y que mucho menos la reconozca de 'iure'. La Constitución del 78 consagró únicamente el castellano como idioma oficial del Estado. Creyeron algunos constituyentes que ese era un punto de partida y que el reconocimiento territorial de las otras lenguas abriría la puerta al pluralismo lingüístico 'de facto', progresivamente. Nada de eso ha sucedido pese a un reciente cambio de calado como ha sido que se permitiera el uso del catalán en el Congreso. Aunque no en el Senado. Hablar catalán allí, en la cámara de representación territorial, sigue acarreando sanción. E incluso expulsión si se insiste en ello. ¿Cómo pretender que Europa lo acepte cuando sigue tan renqueante en España?

Europa era y es un club de estados, no de sus gentes. Al punto que diputados irlandeses que defienden enconadamente el uso del gaélico en el Parlamento europeo rechazan obstinadamente el reconocimiento del catalán pese a ser una lengua infinitamente más viva que el irlandés y con más hablantes que el danés o el sueco.