Opinión | Consumismo

Sílvia Cóppulo

Sílvia Cóppulo

Periodista y psicóloga.

Barcelona

Comprar calma el malestar

Lo hacemos para reducir el miedo y la ansiedad con el objetivo de sentirnos mejor, generando en nuestro organismo un proceso de recompensa

Generación muda: los jóvenes no quieren hablar por teléfono ni enfrentarse al mostrador

Tienda de ropa del centro de Barcelona

Tienda de ropa del centro de Barcelona / Marc Asensio Clupés | EPC

Véndele a la mente, no a la gente, escribía el especialista en neuromarketing Jürgen Klaric. Porque, aunque queramos creer que en nuestras decisiones de compra priman los argumentos racionales, lo cierto es que un conjunto de procesos inconscientes que parten de nuestro cerebro reptiliano son los que mayoritariamente determinan nuestra elección. Puro instinto básico. 

Compramos para calmar el miedo, reducir la ansiedad y sentirnos mejor, generando en nuestro organismo un proceso de recompensa a partir de la misma “experiencia de compra”. Posteriormente, inventaremos las justificaciones racionales: “No necesitaba un jersey nuevo, pero, con el frío que hace, me vendrá bien”. “Es caro este coche, pero lleva un motor muy potente y es más seguro”.  

Como cuentan hoy nuestros compañeros de EL PERIÓDICO, somos consumidores híbridos. Podemos ver la publicidad del producto online y preferir la relación humana con el vendedor en un acto presencial de compra. La gran novedad es que la tecnología y su hijo, el maldito algoritmo, nos conocerán más que nuestra propia madre, de manera que, generarán nuevos estímulos agradables y personalizados para alimentar nuestra hambre de compra. Ciertamente, las tiendas serán más eficientes y tendrán más capacidad de innovación. El desarrollo tecnológico apunta también a una mayor sostenibilidad económica y medioambiental.

Cuando las grandes superficies se instalaron en nuestro país, pasarse el sábado por la tarde empujando el carrito entre los estantes apareció como una actividad nueva, personal y divertida. Pudimos escoger sin tener que pedir nada a nadie y con todo el tiempo del mundo: la modernidad se nos antojó libertad

El salto tecnológico actual provocará que comprar sea vivido como una experiencia fantasiosa e inmersiva, estimulante para todos nuestros sentidos. Un universo único, donde el acto de compra será un juego entre la realidad y la virtualidad y, como si hiciéramos un viaje al futuro, compraremos jugando, genial para nosotros, criaturas al fin, sin atender a que hemos regalado nuestros datos.