Opinión
Marçal Sintes

Marçal Sintes

Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).

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ERC, casa en llamas

El triunfo de Junqueras no parece que vaya a ser el punto final tras el que volverá la calma, sino el umbral de una nueva etapa en que, si nadie lo impide, continuará el encono

Oriol Junqueras y Marta Rovira en Suiza, en una imagen del pasado mes de abril.

Oriol Junqueras y Marta Rovira en Suiza, en una imagen del pasado mes de abril. / MARC PUIG PÉREZ / ERC

Oriol Junqueras tuvo un gran disgusto, cuentan personas de su entorno, cuando el pasado 30 de noviembre se dio cuenta de que, al contrario de lo que había creído, no conseguía los votos ni de la mitad de los militantes. Se veía obligado así a intentar terminar el trabajo dos semanas después, esto es, el pasado sábado, 14 de diciembre, en una segunda y concluyente votación. Esta vez, en el ring únicamente dos púgiles, Xavier Godàs y él. La campaña hasta llegar a la primera votación fue dura. La prórroga, con las candidaturas de Militància Decidim (Junqueras) y Nova Esquerra Nacional (Godàs), también lo fue. Al final, Junqueras consiguió la victoria. Ya había gobernado la nave, junto con Marta Rovira -ahora aliada de Godàs- durante trece años, y ahora lo volverá a hacer.

La lucha en ERC, tras la crisis causada por unos pésimos resultados electorales, se centró en una sola pregunta: ¿Junqueras sí o Junqueras no? Más allá del plebiscito sobre Oriol Junqueras, ambos proyectos coincidieron en cuestionar la política de pactos con los socialistas. Habrá que ver qué ocurre, pues, en el Congreso, el Parlament y también en el Ayuntamiento de Barcelona. Por otra parte, mientras Junqueras aspira a una Esquerra Republicana de amplio espectro, los de Godàs apuestan por el fortalecimiento de un espacio político a la izquierda del PSC.

Los largos meses desde el varapalo de las elecciones catalanas de mayo, en las que ERC pasó de 33 a solo 20 diputados, hasta el pasado sábado estuvieron copados por una larga y con frecuencia desagradable discusión llena de críticas, reproches y acusaciones. Una discusión que, aunque Junqueras ganó el sábado -con poco más del 52 por ciento de los votos-, ha dejado una Esquerra Republicana partida en dos. El triunfo de Junqueras no parece que vaya a ser el punto final tras el que volverá la calma, sino el umbral de una nueva etapa en que, si nadie lo impide, continuará el encono.

ERC pasó de ser durante años un ejemplo de organización cohesionada, disciplinada, sin apenas discrepancias que trascendieran -algo que provocaba la envidia de no pocos dirigentes de otros partidos-, a implosionar bruscamente. Como en ‘Casa en llamas’, del director Dani de la Orden, una familia en apariencia normal se convierte ante nuestros ojos en algo completamente disfuncional, con unos personajes que componen una parodia a la vez burlesca y triste. Se acaba la película protagonizada por Emma Vilarasau con la casa familiar, lugar de encuentro y memoria, pero también motivo de discusión, ardiendo aparatosamente.

Como es sabido, los odios más intensos y asilvestrados brotan cuando una familia se pelea. Aquellos que habían significado tanto los unos para los otros, que tantas cosas habían hecho en compañía, pasan a convertirse en enemigos a los que infligir todo el daño posible, a quien aniquilar a cualquier precio.

El pasado sábado, tras saberse que los de Junqueras se habían impuesto a los de Godàs, el primero compareció para dejar claro que: “Solo hay un partido. El tiempo de las candidaturas ha terminado y la militancia ha hablado”. Puede entenderse como un aviso a los perdedores (que cosecharon el 42,3 por ciento de los votos) para que rindan las armas de una vez por todas. Por su parte, Xavier Godàs, que rechazo cualquier integración en la nueva dirección a las órdenes de Junqueras, se mostró beligerante e insistió, una vez más, en la necesidad de un “cambio inevitable”. “El conjunto del movimiento de liberación nacional y la izquierda independentista y ERC deben abrir un nuevo ciclo que reconecte de verdad con el país”. Las espadas siguen en alto.

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