Opinión | Conflicto internacional
El compás sirio
La caída del carnicero Bachar al Assad marca una fecha histórica para revisar la arquitectura de Oriente Medio

Ciudadanos sirios, festejando la caída de Asad con su nueva bandera.
Medio siglo de dictadura, trece de guerra civil. Se acabó. La caída del carnicero Bachar al Assad en Siria marca una fecha histórica para revisar la arquitectura de un Oriente Medio diseñado a golpe de un compás en manos de Occidente. El poder en este país ha estado siempre condicionado a esa visión colonial. Una lucha de poder para controlar una zona estratégica en la ribera mediterránea, heredera de los tres grandes imperios históricos del islam: el árabe, el persa y el otomano. Todos los actores posibles apoyaban a unos y otros en Siria, pero lo que estamos viendo estos días en Damasco no lo han conseguido actores externos. Aunque el apoyo de Turquía no es menor, la guerra iniciada en 2011 nunca acabó. Los rebeldes esperaban este momento donde el estado no podía estar más débil. El cambio de poder ha sido posible no tanto por la fortaleza de la oposición, que a pesar de estar muy fragmentada ha tomado Damasco en siete días, como por la debilidad de un régimen, al que sus principales aliados, envueltos en otras guerras, han abandonado.
Con el tirano huido la pregunta no debería ser quienes son o de dónde vienen los rebeldes, la cuestión principal es qué quieren hacer con el poder que han alcanzado. ¿Oprimir o liberar? En un país tan fragmentado, con una mayoría suní ahora en el gobierno, pero con minorías chiitas, alauitas, drusas o cristianas, que recelan del pasado radical de las milicias que han alcanzado el poder, no va a ser fácil. En general, aquí en Occidente tendemos a ver de manera más binaria los problemas de los otros y la ecuación se reduce a si el país va quedar en manos de una nueva franquicia del islam radical o si va a avanzar hacia un régimen tolerante con los que piensan diferente. Hay una puerta abierta a esto último, pero no va a ser fácil. El primer paso para estabilizar es dejar que sean los sirios los decidan su futuro por una vez en la historia. Que tengan definitivamente ellos el compás para trazar su camino, cambiando el acoso externo por apoyo para reconstruir un país hecho añicos.
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