Opinión | La espiral de la libreta

Olga Merino

Olga Merino

Periodista y escritora

Algo parecido a la felicidad

El periodista Winston Manrique investiga en ‘La gran transformación’ los cuatro deseos capitales de la humanidad: la belleza, el amor, el sexo y la dicha. Cuatro motores que sostienen la existencia

El periodista colombiano Winston Manrique habla durante una entrevista con Efe en 2017. Archivo

El periodista colombiano Winston Manrique habla durante una entrevista con Efe en 2017. Archivo / Mauricio Dueñas Castañeda

Ciertos libros se quedan en la mesilla de noche una eternidad. No porque se atraganten, sino todo lo contrario, porque nunca se acaban del todo. Están ahí como pasarela entre lecturas. También para las noches en que el cansancio apila piedras sobre los párpados. Son un par los títulos que llevan meses, años quizá, al lado de mi cama. No se marchan porque, conscientes de que saben acompañar bien, rehúyen el anonimato de la estantería: ‘Poesía reunida’, de Philip Larkin, y los ‘Diarios’ de Iñaki Uriarte. Hace una semana también ha llegado para quedarse, como una especie de biblia laica, ‘La gran transformación’ (Galaxia Gutenberg), de Winston Manrique Sabogal.

El periodista hispano-colombiano, director de la revista literaria ‘WMagazín’, ha destilado 30 años de trabajo hasta extraerles la almendra, la pura esencia. Ha expurgado, por así decirlo, tres décadas de entrevistas, centenares de ellas, a escritores, pensadores, sociólogos, científicos y artistas para acabar descubriendo que en sus reflexiones todos ellos recalaron a menudo en los cuatro deseos capitales de la humanidad: la belleza, el amor, el sexo y la felicidad. ‘What else?’, que diría aquel. El cuarteto de anhelos que nos mantienen en pie y la transformación que han experimentado en los últimos y galopantes años, desde la caída del Muro de Berlín en 1989 hasta la epidemia de covid. Produce vértigo la lista de nombres que participan en esta especie de charla coral: García Márquez, Umberto Eco, Javier Marías, Dacia Maraini, Chantal Maillard, Olga Tokarczuk, Bernat Pivot, Ramón Andrés. Así hasta 250.  

El otro día, en pleno paseo de Gràcia, me dio por pensar en a qué diablos llamamos felicidad. Algunos turistas entorpecían el tráfico y la marcha de los peatones indígenas para sacarse fotos con las guirnaldas navideñas que engalanan la calle, desde la Diagonal hacia abajo, en un túnel de luz; de día, cuando el sol arranca destellos a los adornos, aún está más hermoso. Gentes de acá para allá, a sus asuntos, intentando acariciar algo parecido a la dicha, buscando la felicidad, «pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa sabiendo confusamente que tienen una», decía Voltaire. En la era de la postverdad y el algoritmo, hay tantos estímulos y cantos de sirena, tanta ansia en espiral, que uno siempre tiene la sensación de haberse quedado con hambre, como si lo bueno estuviese ocurriendo en otro lugar. Por ello el autor titula con la palabra «trampantojo» el capítulo dedicado a la felicidad.

Las páginas acerca del sexo y las relaciones también tienen su miga. Cómo han cambiado los códigos. Hay quien considera que internet ha destruido el ritual de la seducción y el lenguaje de la conquista amorosa, y quien, por el contrario, defiende que la tecnología ha supuesto una liberación del imperio del amor monógamo y de la heterosexualidad. Combustible para pensar. Manrique Sabogal se dice solo «intermediario» o «notario» de las pulsaciones recientes en torno a los cuatro pilares, pero es la aguja certera que conduce el hilo de una conversación infinita.  

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