Juan Lobato, el lobezno manso y sin garras

A uno le encargan un artículo sobre un tal Juan Lobato, que al parecer es el protagonista de un escándalo —de corrupción o de manipulación, tanto da— del PSOE y le ponen en un brete. Es que uno lo confunde todo, ustedes disimulen, y ya se le mezclan en la cabeza Ábalos, su querida Jésica, Koldo, Lobato, Begoña, Delcy, Puigdemont, Sánchez, el hermano de Sánchez que también es Sánchez, Aldama, el fiscal García Ortiz, Marlaska, Francina Armengol y no sé cuántos más. Así no hay manera, se echa de menos cuando el PSOE mantenía la tradición de escalonar los escándalos, de manera que no empezaba el del GAL hasta terminar el del hermano de Alfonso Guerra, y el de Roldán tenía la delicadeza de no solaparse con el de Filesa, el cual a su vez no se peleaba con el de los ERE por copar los titulares de portada. Una corrupción así, bien organizada, sí que valía la pena.

El nivel de la política ha descendido alarmantemente en España y hoy ya no sabemos si Lobato está casado con Ábalos, si Begoña es una venezolana con muchas maletas, si Puigdemont es fiscal general y revela secretos, si Jésica tiene un escaño en la asamblea de Madrid además de ser senadora, o si Pedro Sánchez escribe cartas a la ciudadanía para hacernos saber que es "un hombre profundamente enamorado" de Koldo y para demostrarlo lo lleva cogido de la mano a congresos del PSOE. Dennos un descanso, hagan el favor.

Por fortuna, hoy contamos con internet. Gracias a tal artilugio, he sabido que Lobato es mucho más manso que Lobezno, el de Marvel. Y más ingenuo, puesto que mostró en la Asamblea de Madrid un correo electrónico del novio de Ayuso dirigido a la fiscalía y protegido por el secreto que rige entre ésta y la defensa del acusado. Al parecer, este correo electrónico se lo hizo llegar a Lobato Pilar Sánchez Acera, entonces jefa de gabinete de Óscar López, a su vez director de gabinete de Pedro Sánchez. Que un director de gabinete tenga a su vez una directora de gabinete puede sonar a película de los Hermanos Marx, pero nótese que si la directora de gabinete del director de gabinete nombra a su vez y para sí misma otro director de gabinete, la cadena puede alargarse hasta el infinito, con lo que se erradicaría de una vez por todas el problema del paro en España. Unos cuantos millones de españoles tendrían empleo de directores de gabinete, ganando además un buen sueldo.

Dejando aparte esa original estrategia del gobierno para alcanzar el pleno empleo, con su acción, Lobato —es de suponer que sin pretenderlo, como la mayoría de actos que llevan a cabo los políticos en España— hizo recaer sobre el gobierno y sobre la Fiscalía la sospecha de filtración de documentos para perjudicar al novio de Isabel Díaz Ayuso, es decir, para perjudicar a ésta. No contento con ello, presentó ante notario unos mensajes de WhatsApp intercambiados con Sánchez Acera en los que también hablaban del novio de Ayuso. En el PSOE, además de cabrearse con él —por su culpa ya no se habla de los trapicheos del Ayuso consorte, sino de los del PSOE y la Fiscalía—, no entienden nada de lo que ha hecho Lobato, lo cual le convierte en candidato ideal de su partido a la presidencia del Gobierno, puesto que tampoco nada de lo que hace Pedro Sánchez tiene mucho sentido. Debe de ser por eso que Lobato dimitió como secretario general del PSOE madrileño pero mantiene su escaño en la asamblea de Madrid y en el Senado, uno debe continuar en primera línea de la política si quiere llegar a la Moncloa.

En otros países, a Lobato se le eliminaría, y no solo políticamente. En España, esas cosas no se hacen, no porque sean feas, sino porque no hace falta, aquí impera la costumbre de tapar un escándalo con otro. Como nunca faltan, es mucho más sencillo que echarle a alguien polonio en el café del desayuno. Un estado de alarma inconstitucional durante la pandemia se olvida gracias a Koldo y sus mascarillas, Koldo se olvida amnistiando a los líderes del procés, la amnistía se olvida cuando Marlaska destituye a De los Cobos, el cese del coronel de la Guardia Civil se olvida gracias a la chapuza de la ley del sí es sí, las rebajas de pena a violadores que provoca la ley se olvida con Begoña y sus chanchullos, la mujer de Sánchez se olvida con la ley mordaza, ese ataque a la libertad de prensa se olvida dando apoyo a Bildu en la Alcaldía de Pamplona, lo de Pamplona se olvida obligando por ley a contar nuestra vida si queremos pernoctar en un hotel, el registro de viajeros se olvida ofreciendo a Cataluña un concierto económico singular, la fiscalidad catalana se olvida eliminando a los trans de las siglas LGTB, y de Lobato ya no se acuerda nadie.