El president Pujol nunca intentó el Montblanc
El exlíder convergente votó tanto el 9N como el 1 de Octubre. Pero no porque creyera en la independencia. Ni por oportunismo, sencillamente por patriotismo
Jordi Pujol da por hecho que Catalunya no será independiente y lamenta la desaparición de Convergència

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El excursionista, el montañero inveterado, no era él si no ella. Jordi Pujol se afanaba tras su mujer, Marta Ferrusola. También por este motivo iba hacia Queralbs. Algunos de sus hijos también heredaron la pasión por la montaña. Alguno incluso tiene fama de caminar como un rebeco, de tener unas piernas portentosas y energía desbordante.
Pujol cornoó la Pica d'Estats, cumbre de Catalunya. Y el Aneto, cumbre culminante de los Pirineos y, en buena medida, de Catalunya. La cumbre del Aneto está en Huesca. Pero había sido cedida en propiedad al Centre Excursionista de Catalunya. Como el refugio de la Renclusa.
Pero el montañero Pujol nunca fue más allá de los Pirineos. Ni lo pretendió. Sí que impulsó la presencia de Catalunya en Europa y estuvo detrás de la Asamblea de las Regiones de Europa. Pero nunca pretendió romper nada. Al contrario, pueden dar fe tanto Aznar como Felipe González. El líder socialista tenía a Pujol por un hombre de Estado e incluso le pidió que pactara con Aznar cuando este ganó las elecciones. Felipe detesta la actual mayoría gubernamental como detestaba todo acuerdo con Anguita. Entendía España en manos del PSOE o, en su defecto, en manos del PP. De una centralidad más a la derecha o más la izquierda. Y aceptaba a CiU y a Pujol como muleta estabilizadora. Felipe era la Loapa, era una España descentralizada. Por eso también detesta a Zapatero, el origen del mal para Felipe. Cómo abomina de Pedro Sánchez.
Cuando se fue, Pujol cedió el testigo a Artur Mas, que llegaba acompañado de una generación (por ejemplo, David Madí) que sí era independentista. Pero, a la vez, entendían el ejercicio del poder y la presencia, el acuerdo y la negociación con Madrid. Sin hacer ascos.
Pujol invitó a las futuras generaciones a ir más lejos. Al Montblanc. Sin más concreciones. En el fondo, con una calculada ambigüedad, siguiendo con aquello de 'fer país'. Mas sí llevó a CDC a dar un salto adelante. Pero también empujado por la demoscopia. De defender una manifestación por el pacto fiscal, el 11 de septiembre de 2012, pasó a ponerse al frente de la pancarta independentista el día siguiente de la masiva movilización.
Pero no es el caso del president Pujol. Nunca flirteó. Y, ciertamente, votó tanto el 9N como el 1 de Octubre. Pero no porque creyera en la independencia. Ni por oportunismo, sencillamente por patriotismo.
Al president Pujol se le puede bendecir o cuestionar el legado o la obra de Gobierno. Pero no su posición política respecto el horizonte nacional de Catalunya. No engañó a nadie. Como mucho, a los que querían ser engañados fantaseando sobre sus intenciones ocultas cuando siempre ha sido, al menos en esta cuestión, claro y transparente. Tanto de obra como por escrito.
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