Eternamente víctimas
Frente a cualquier delito, la justicia dicta sentencia y marca los límites del castigo. ¿Queremos tribunales paralelos para los Errejón o Vermut de turno?
Un año de prisión para el periodista Saül Gordillo por agresión sexual a una redactora
Elisa Mouliáa relata su experiencia con Errejón en 'TardeAR': "Con 20 añitos me hubiera violado"

El exportavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, durante una rueda posterior a la reunión de la Junta de Portavoces, a 15 de octubre de 2024, en Madrid (España). / Fernando Sánchez - Europa Press
Íñigo Errejón sigue en pleno proceso judicial. Del cineasta Carlos Vermut, acusado de violencia sexual por varias mujeres (sin mediar denuncia), no se sabe nada desde septiembre, cuando anunció acciones legales contra el diario que le señaló. El periodista Saül Gordillo ha sido condenado a un año de cárcel por agresión sexual… Nombres distinguidos de todas las áreas profesionales copan titulares. El feminismo ha logrado crear un clima de seguridad para las denunciantes. El silencio ya no es una opción.
Es difícil encontrar una mujer que, a lo largo de su vida, no haya sufrido o no haya estado expuesta a una situación de violencia sexual o de desigualdad de género. Si suma décadas, será fácil que mire atrás y reconozca que aquella situación que le dolió, que le humilló sería un delito en la actualidad. ¿Cómo hubiera sido su vida, su carrera profesional si entonces hubiera podido denunciar? Si hubiera sabido, si se hubiera sentido arropada, si hubieran existido mecanismos legales… Barreras que minaron su carrera o, como mínimo, su autoestima.
Asistimos a una suerte de fiesta del señalamiento. Las redes sociales se pueblan de acusaciones y las afrentas sufridas vuelven a escocer en estos días de reivindicación. No deja de producir cierto placer imaginar el temor de algunos. El feminismo es evolución, y también revolución. Y, como en todas las revoluciones, el silbido de la guillotina resuena como un eco. ¿Es eso lo que queremos?
Frente a cualquier delito, la justicia dicta sentencia y marca los límites del castigo. ¿Queremos tribunales paralelos para los Errejón o Vermut de turno? La exclusión social aparece como tentación, pero considerar a los agresores eternamente agresores también convierte a las víctimas en eternamente víctimas. Si se ciegan las puertas a la reparación, se ahonda en la fragilidad de las mujeres. ¿Solo podemos estar a salvo si se elimina a los señalados de la escena pública? Nuestra seguridad no debería depender de su eliminación, sino de una fortaleza propia luchada palmo a palmo.
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