Opinión | Aeropuerto
Care Santos

Care Santos

Escritora

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Vueling 2221

Los pasajeros aplaudimos. Fue un aplauso sincero, agradecido. Hay que ver lo que consiguen la simpatía y el buen humor

Un avión de Vueling

Un avión de Vueling / VUELING

Vuelo 2221 de la compañía Vueling de Sevilla a Barcelona del pasado jueves. Salida prevista a las 22:25. Retrasado/Delayed. Nueva hora de embarque: 22:50. En nuestra misma puerta, un vuelo a Bilbao llevaba dos horas de retraso.

Ya pueden ustedes imaginar que de muy buen humor no embarcamos los pasajeros del 2221. El aeropuerto estaba atestado. Los restaurantes cerraban. No había servicio de limpieza. Nadie tenía respuestas a nuestra incertidumbre. En fin, lo normal en estos casos.

Fue subir al avión y todo cambió. «Les habla su comandante», dijo una voz no muy grave que surgía de los altavoces. Letargo, caras largas, la tripulación a zancadas por la cabina, gente agotada. Y en estas el comandante nos cuenta que el retraso se ha debido al choque de un pájaro con uno de los motores. «Ya ven ustedes —dice—, un pajarito, con lo contentos que estábamos porque cumplíamos el horario y hasta nos sobraba tiempo».

Los doscientos pasajeros del avión fuimos uno solo, atentos al comandante. «Pero no se preocupen, que ahora iremos al máximo de velocidad y llegaremos casi a nuestra hora, ya lo verán. No hay nubes en el camino y pasaremos por algunas ciudades, aunque no se las enumero porque como es de noche tampoco las iban a ver. Además, a las horas que son seguro que prefieren descansar, y hacen muy bien».

Sonaron algunas risas, algún bisbiseo, el ambiente se distendía. La gente ya no parecía enfadada. El comandante siguió hablando: «Y ahora, por favor, les pido que atiendan a nuestro magnífico personal de vuelo que van a darles unos consejitos de seguridad. Sí, ya sé que siempre son los mismos, pero conviene recordar dónde tienen el chaleco salvavidas o cuáles son las salidas de emergencia, así que no se me despisten. Y ya les dejo en paz».

Los pasajeros aplaudimos. Fue un aplauso sincero, agradecido. Hay que ver lo que consiguen la simpatía y el buen humor, y qué necesarias son personas como el comandante del vuelo de Vueling 2221 Sevilla-Barcelona del pasado jueves por la noche. Y qué pena no haber apuntado su nombre.  

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