Patrick Boucheron, historiador (controvertido): "Dejemos de ser despectivos con la extrema derecha"
El diseño, junto a Leila Slimani, de la ceremonia de apertura de los Juegos de París le valió críticas en las redes y amenazas. Su intención, dice, es "construir nuevas metáforas"
La Iglesia y la extrema derecha francesa critican la ceremonia inaugural de los JJOO
/esElon Musk, ‘primer amigo’ de Trump y azote de la burocracia

Patrick Boucheron / JORDI OTIX
A Partrick Boucheron (París, 1965), experto en la Italia de finales de la Edad Media y (sí) uno de los diseñadores de la ceremonia de los JJOO de París, le gusta leer la realidad como un cuadro de Brueghel: se fija en lo que está al fondo de la imagen, que da significado a lo que pasa en el primer plano. ¿Qué ve al fondo de la victoria de Trump, dándose palmadas con Elon Musk, por ejemplo? El autor de 'Fechas que hicieron historia' y 'El tiempo que nos queda' lo explicó en una conferencia en el Palau Macaya de la Fundación "la Caixa".
¿Qué ve al fondo de la actualidad?
Quiero adoptar el optimismo como método. Por higiene. Y veo razones para la esperanza. Aunque la lupa mediática y política esté puesta sobre las catástrofes y las redes, que son reales, la gente es hoy más libre y emancipada de prejuicios. En los JJOO de París mostramos ese plano más amplio de las sociedades europeas: abiertas, tolerantes, alegres, orgullosas.
Y eso que es usted objetivo de la extrema derecha.
De manera obsesiva. Y con amenazas, especialmente a causa de la propuesta de los JJOO. Yo preferiría vivir una tranquila vida académica, pero me queda el consuelo de que el conocimiento autónomo y libre suponga una amenaza. Tal vez la conjunción de amenazas pueda obrar el cambio.
"Preferiría vivir una tranquila vida académica, pero me consuela que el conocimiento autónomo y libre suponga una amenaza"
El ciclo no parece muy prometedor.
Trump ha demostrado que se puede hacer carrera política despreciando el Estado de derecho y la realidad, lo que abre inmensas posibilidades al poder autoritario. Solo que, a diferencia de 2017, ha inclinado a toda la derecha tecnológica estadounidense, con Elon Musk en cabeza, de una posición apolítica al trumpismo militante. Tenemos que tomar la medida al nivel de la violencia desinhibida.
¿La mayor, a su juicio?
El nuevo eslogan del trumpismo es 'Tu cuerpo, mi elección'. Es un aterrador secuestro del viejo eslogan feminista 'Mi cuerpo, mi elección'. En cuatro palabras, valida todas las dominaciones. Hay que medir la potencia narrativa de la seducción de este modelo iliberal que está estructurado intelectualmente por gente como Steve Bannon y Peter Thiel. Tenemos que dejar de ser despectivos. Parece delirante, pero hay que tomárselo en serio.
"El nuevo eslogan del trumpismo, 'Tu cuerpo, mi elección', valida todas las dominaciones"
¿Qué es lo seductor del mensaje, lo que moviliza electorados?
El núcleo de mi competencia es la historia de Italia de finales de la Edad Media, una Italia gobernada por ciudades libres y autónomas. En un momento dado, se deslizó hacia el poder autoritario. No fue un golpe de Estado. No fue una derrota militar. Los municipios italianos, poco a poco, optaron por abandonar una a una todas sus libertades para ponerse bajo el pulgar de un príncipe autoritario. Hay una atracción por el poder autoritario. Es antropológico. Puede que psicoanalítico.
¿Y ahí estamos otra vez?
En todo caso, hay que conjurar el miedo.
"Indignarse no es suficiente. Debemos producir futuros deseables. Por el momento, no tenemos ninguno"
¿Quién gana en la partida?
Las élites económicas, empresariales y políticas entendieron en los años 80 que el modelo productivista, basado en el agotamiento de los recursos naturales y los combustibles fósiles, era insostenible. Sabían que no habría lugar para todos. El proyecto ya no sería el crecimiento para todos, sino proteger la propia vida. Y ahora estamos en la etapa final de ese momento. El proyecto de Elon Musk, que parece delirante, dice: "Nosotros, los ultrarricos, nos vamos a salvar". Para eso, han desarrollado un discurso que fuera seductor para todos. Así que ya no basta con denunciarlo. Indignarse no es suficiente. Debemos producir futuros deseables. Por el momento, no tenemos ninguno.
¿Quizá sea demasiado tarde?
Tenemos que arriesgar. En la primera elección de Trump el mundo se asombró. Nos gusta que nos sorprendan, nos indignen, ver cosas feas. Es una mirada pornográfica. Es porno político, del que Berlusconi fue maestro en los 80. En la segunda elección decimos: "¡Guau, no es solo un espectáculo!". Trump quiere venganza, está mejor organizado, tiene el apoyo de todos los poderes, la situación en el mundo le es aún más favorable. Hemos comprendido que los enemigos de la democracia y de la transición energética tienen los mismos intereses. Elon Musk invirtió, se dice, 120 millones de dólares para la elección de Trump, desde su victoria ha ganado 70.000 millones y asegura que convertirá X en el medio global para defender su visión del mundo.
Pues, ya dirá...
Y mientras, los activistas siguen defendiendo lo que Naomi Klein llama ‘nuestra marca’ en las redes sociales. Ya no es un espacio para nosotros. El comisario europeo Thierry Breton explicó este verano que la amenaza es grave y que los europeos tienen que organizarse para tener un espacio mediático seguro y regulado, y lo despidieron. Tenemos un doble problema: la arrogancia del presente y la obsesión por la metáfora única de los años 30.
"Tenemos un doble problema: la arrogancia del presente y la obsesión por la metáfora única de los años 30"
¿A qué se refiere?
Kamala Harris hizo lo que pudo, pero llamar "fascista" a su oponente no funcionó. En 1512, Maquiavelo vio la llegada de un gobierno que no le gustó en absoluto y entendió que lanzando las palabras del pasado a la cabeza del oponente político no lo iba a hacer retroceder. Mi posición es multiplicar las referencias, abrir el espectro cultural.
¿En eso deposita sus esperanzas?
Sí. La atracción por el poder autoritario ya aparecen en la tragedia griega y en el teatro de Shakespeare. Por eso vale la pena defender los derechos de la cultura. No digo que sea un baluarte suficiente, es una forma de tomar en serio a los oponentes. Hay que seguir haciendo lo que sabemos, con la certeza de que no será suficiente, y que hay que inventar una historia que reoriente nuestra relación con el futuro.
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