Opinión | Tras el 'procés'

Ernest Folch

Ernest Folch

Editor y periodista

Artur Mas sale de la papelera

Si vuelve Artur Mas es que vuelve Convergència, pero ¿cómo casará Junts este neopujolismo con el unilateralismo de Puigdemont?

Artur Mas: "Junts debe llegar a acuerdos con el Govern de Salvador Illa"

El expresident de la Generalitat, Artur Mas.

El expresident de la Generalitat, Artur Mas. / Ferran Nadeu

El 10 de enero de 2016, hace casi nueve años, la CUP envió oficialmente a Artur Mas “a la papelera de la historia”. La célebre expresión, pocos lo recuerdan, la pronunció Benet Salellas, que curiosamente también terminó en la misma papelera, retirándose un tiempo después de la política activa. Lo cierto es que en esta última década decenas de políticos relevantes han sido lanzados a este gran 'container', consecuencia de la inasumible combustión política en Catalunya en los últimos años. A partir del día que fue sentenciado por la CUP, Artur Mas inició una de las travesías del desierto más duras y desagradecidas que se recuerdan.

Marginado por su sucesor Carles Puigdemont, pasó la tempestad de 2017 refugiado en uno de estos artefactos ya olvidados del ‘procés’ llamado PDECat, desde el cual quedó a salvo de todos los unilateralismos y enloquecimientos varios de muchos de sus compañeros ideológicos. Hablaba poco, pero siempre para alejarse de cualquier estrategia rupturista, y tuvo que aguantar no pocos linchamientos de sus correligionarios, que en un tiempo récord habían pasado de idolatrarle a menospreciarle. Aquel incierto PDECat se disolvió como un terrón de azúcar y Mas se puso discretamente de perfil mientras Puigdemont y una gran parte del independentismo, a golpe de proclamas históricas, se iban quemando en el fuego cruel de las promesas imposibles.

Con el PSOE ya en el poder y con Junts entregado a figuras como Laura Borràs, Mas utilizó el silencio para rearmarse lentamente, y el viento de los tiempos empezó a soplar a favor de los moderados como él. Las últimas elecciones catalanas terminaron de allanarle el camino: Esquerra se desplomó, la vuelta de Puigdemont fracasó y la victoria del PSC dejó al 'procés' definitivamente en vía muerta. Desde entonces, Artur Mas ha ido subiendo el volumen de sus intervenciones, y hace unos días, con las caretas ya quitadas, dijo sin despeinarse que “son los catalanes los que han decidido que la independencia pase a un segundo plano” para confirmar que el próximo congreso de Junts “supone la recuperación del antiguo espacio de Convergència”.

Cierto, estos arrebatos pragmáticos no habían impedido a Artur Mas desfilar entusiasmado al lado del unilateralista Puigdemont el pasado 8 de agosto, momentos antes del ya célebre truco de magia. Pero ya sabemos que el arte de navegar entre dos aguas antagónicas es de hecho algo muy propio de Convergència, un partido que nunca tuvo más ideología que la de permanecer en el poder. Y es que si Artur Mas ha vuelto de la papelera a la que fue lanzado es que efectivamente Convergència ha vuelto. ¿Cómo narices casa este descarado retorno al pujolismo con las proclamas rupturistas de Waterloo? Misterios convergentes.

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