Opinión | Contexto
Pol Guardis

Pol Guardis

Técnico en biodiversidad forestal

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El lobo en Catalunya: coexistencia y corresponsabilidad

La loba localizada en Catalunya.

La loba localizada en Catalunya. / Agents Rurals de la Generalitat

El retorno del lobo a Catalunya plantea la apertura de un debate que tiene mil caras. La especie lleva asociada aquella carga ancestral propia de especies por las que siempre hemos sentido terror y fascinación a partes iguales. Cultura popular y toponimia todavía están llenos de pequeños ejemplos de esta relación.

Pero su extinción en Catalunya, fruto de la mano del hombre hace ya cerca de un siglo, así como la gran cantidad de cambios socioeconómicos que han ocurrido en estas últimas décadas, han hecho que la sociedad se desvincule completamente de su presencia.

Siempre recordaré aquella conversación con un pastor que, cuando buscábamos percepciones dentro del sector, me dijo: "Hay que hacer de este regreso (del lobo), una oportunidad, no una piedra más en el zapato".

Es necesario que todo el mundo tenga claro lo que supone, el retorno de esta especie emblemática, a nuestro territorio. Para que el sector primario, que se siente solo y abandonado, pueda coexistir con el lobo, es necesaria la aplicación de medidas preventivas. Una de las más eficaces, sobre todo, combinada con los imprescindibles vallados electrificados, es la presencia de perros de protección de rebaños. Aquellos perros grandes y, a cierta distancia, mansos, pero que son el mejor y más fiel defensor de su rebaño ante cualquier percepción de agresión o ataque.

Esta percepción de agresión hacia el rebaño antiguamente era muy evidente, ya que cuando un depredador intentaba atacar a un rebaño los perros se enfrentaban directa y abiertamente.

Ahora, en un país con una altísima tasa de gente que hace múltiples usos de los espacios naturales y rurales del país, la situación pasa a ser más compleja. No es ninguna noticia el mordisco de un perro de protección de rebaños a una persona por haber atravesado el rebaño por en medio, o porque se ha acercado demasiado. O ataques de perros desatados que han provocado auténticas desbandadas y varias bajas de ganado. El equilibrio en esos espacios es muy frágil. Y rápidamente se presta a la radicalización de discursos. En este caso, lo más importante es no caer en argumentos simplistas, en trifulcas de bar del 'nosotros' contra 'los demás', por lo que hay que seguir implementando políticas claras, decididas y valientes.

La incorporación del lobo al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) lo fue, y es hora de seguir esa línea. Basar las líneas de trabajo en la evidencia científica, dar voz a todos de forma participativa, tomar las mejores ideas, trabajarlas y trazar un camino claro.

Hablamos del lobo, pero es algo tan aplicable al mismo día a día que me hago cruces de ver cómo la humildad desaparece del debate público, gracias a redes y medios, e impera la mediocridad beligerante.

Políticas públicas claras, diálogo y participación, propuestas y, sobre todo, hechos, nos permitirán acompañar a los sectores que reciben sus consecuencias más directas, pero también nos permitirá dar datos, científicos y contrastados, para combatir discursos románticos o catastróficos, para la construcción de sociedades cohesionadas y funcionales. Así pues, no dejemos de hablar, debatir, ofrecer propuestas bien fundamentadas, escuchar, empatizar e implementar acciones para la coexistencia, consensuadas, realistas y prácticas.

Larga vida a la coexistencia ya la corresponsabilidad.

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