La receta populista de bajar y quitar impuestos e ignorar los salarios

Feijóo promete a los empresarios familiares una rebaja de impuestos cuando llegue al Gobierno
Cristóbal Montoro, el que fuera ministro de Hacienda, admitía que mintió el PP de Mariano Rajoy cuando derrotó a Alfredo Pérez Rubalcaba por mayoría absoluta prometiendo bajar impuestos. Lo primero que hizo el PP, al mando, fue subirlos. Claro que eran malos tiempos. Finales de 2011, en plena tormenta por la crisis de las hipotecas subprime.
Ni corto ni perezoso, Feijóo ha levantado una ovación cuando se ha presentado ante el plenario del Congreso del Instituto de la Empresa Familiar prometiendo bajar impuestos a las empresas y quitar el de Sucesiones y Donaciones, que es de competencia autonómica. Todo en la línea que capitanea la lideresa Ayuso.
Dejemos ya dicho que suprimir el Impuesto de Sucesiones y Donaciones tiene poco que ver con el liberalismo, como ya apuntó Adam Smith. Casa poco con afirmar a renglón seguido la máxima de una España en la que "el esfuerzo tenga un justo precio". Y puede funcionar el 'dumping fiscal' de unas comunidades contra otras como también practica el Madrid de Ayuso. O esa apertura de oficinas móviles para desenraizar empresas y llevarlas de una comunidad a otra. Aunque, visto desde la responsabilidad del Gobierno central, ¿en qué mejora eso la economía nacional?
Otra cuestión es un impuesto de Sucesiones y Donaciones confiscatorio como el que en algún momento planteó el Tripartito en Catalunya, que luego rectificó. Hoy la gran mayoría de familias queda, en la práctica, casi exenta de pagar por ese concepto. Y otrosí es la decisión política que en las postrimerías de su mandato tomó el Tripartito valenciano de Ximo Puig cuando congeló a la baja los impuestos a las clases medias para paliar la pérdida de su capacidad adquisitiva.
Centrar la receta económica en rebajar impuestos –ante el empresariado- ignorando el mayor problema de España, que son los bajos salarios, es puro populismo aunque sea esta una palabrota que, como dice el uruguayo José Mujica, se usa con demasiada ligereza.
El problema de España no está en el discriminatorio Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Ni en el de Patrimonio (donde rige) ni en el Impuesto de Sociedades por mucho que pueda ser discutible el tipo. El problema acuciante son los bajos salarios que repercuten en una problemática, entre otras, que Feijóo ignoró: el precio de la vivienda y los alquileres. Ese sí es un problema grave. De hecho la consecuencia de un problema principal, unos salarios por debajo de la media europea, 18,2 euros por hora contra 24. Por 28,7 Francia o 31,6 Alemania.
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