¿A quién le conviene Sílvia Orriols?
La figura de Orriols crece progresivamente gracias a las redes sociales, la pasividad de los partidos y ciertos influyentes que sueñan sin confesarlo con el advenimiento de una nueva extrema derecha catalana

Centenares de personas protestan contra Orriols (AC) y "la extrema derecha" en Ripoll (Girona), a 20 de octubre de 2024 / EUROPA PRESS
Unos cuantos centenares de personas bienintencionadas se fueron este domingo a Ripoll para protestar contra las políticas de la alcaldesa Sílvia Orriols, a la que acusan de fomentar políticas racistas y parafascistas. ¿Pero es este el mejor método para neutralizarla? Algunos manifestantes lanzaron piedras contra su sede y lograron el efecto exactamente contrario al deseado: Orriols aprovechó el altavoz que le dieron para volver a victimizarse y presentarse como víctima de un complot "comunista y palestino", en una adaptación cutre de segunda regional de los mismos argumentos que usa Donald Trump en la Champions de la política.
Poco a poco, de manera sutil e invisible, nuestro particular huevo de la serpiente empieza a crecer. Situado delante del muro intransigente y represivo del Estado, hay un soberanismo que decidió recular e ir a buscar el camino del pragmatismo. Pero quedó otro reducto que, para canalizar su propio descontento, en un ataque de impotencia, decidió abrazar el radicalismo. Orriols nace de aquella frustración, pero su pequeño éxito poco tiene que ver actualmente con el independentismo, al que apenas menciona: si ha crecido electoralmente es por sus proclamas islamófobas e antinmigración, y si ha crecido mediáticamente es por una inquietante mezcla de factores. Orriols ha logrado una notable popularidad en las redes sociales, que ha sabido usar hábilmente, y ha encontrado en el pozo negro de porquería del X de Elon Musk el trampolín ideal para difundir sus mensajes demagógicos. Poco a poco, ha ido seduciendo algún que otro intelectual y periodista con sus proclamas a favor de Netanyahu, Orbán, Trump y cualquier otro que encaje en la liga de la ultraderecha mundial. Más de un arribista empieza a ver en ella una buena aliada para librar la eterna guerra cultural contra la izquierda 'woke', la palabra que delata a quienes la pronuncian. La alquimia política de Orriols es poco sofisticada, pero empezamos a ver a alguna personalidad orgasmando sin disimular con su particular mejunje en el que se abrazan el trumpismo, el sionismo o la islamofobia, aderezado todo con algunas gotas de esencialismo catalán. Todo este pequeño circo, montado con una alcaldía de una población de apenas 10.000 habitantes y dos simbólicos diputados en el Parlament, podría ser casi solo una anécdota folklórica en el panorama político catalán. Pero resulta que con ERC rota, Junts dejando vacío el cargo oficial de opositor, y el PP y Comuns demasiado débiles, lo cierto es que Sílvia Orriols se está convirtiendo, por omisión, en la nueva jefa de la oposición en Catalunya. La figura de Orriols crece, básicamente, porque empieza a haber gente interesada en que así sea. Mucho ojo en seguir proporcionándole propaganda gratis: llega un día en el que los monstruos tienen vida propia.
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