Opinión | Gárgolas
Patrimonio nacional
Las antiguas disputas cainitas quedarán en nada ante una deriva que seguro afectará al futuro de los republicanos, enfrentados como mucho más que “enemigos mortales”
La campaña b de Junqueras y Rovira para ganar el congreso de ERC
Junqueras y Rovira confrontan relatos: de la "estructura b" a los pactos con el PSC
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, durante una conferencia para hacer balance de su mandato de más de trece años al frente de la dirección del partido. / EFE/Marta Pérez
Todo el mundo engorda la cita a su aire y la versión original ya se ha diluido, pero la broma maquiavélica de Giulio Andreotti sigue siendo vigente. Y eso que Andreotti –que yo sepa– no pensaba en ERC cuando pronunció esa famosa gradación de las relaciones políticas. "Hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y... compañeros de partido". Esta versión es la canónica y es casi seguro que el estadista intrigante la habría remachado con una referencia a ERC si hubiera estado al día de las trifulcas del partido a las puertas del congreso que debe decidir la nueva dirección.
No sé quién tuvo la brillante idea de retrasar hasta el 30 de noviembre la magna reunión de los republicanos, pero lo cierto es que aún queda más de un mes para que las diversas facciones nos deleiten con espectáculos poco edificantes que incluso ponen en peligro la propia existencia del partido tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Queda mucho, todavía, para todo tipo de trifulcas, insultos, sarcasmos, descalificaciones, acusaciones de alevosía y ataques personales.
Las antiguas disputas cainitas (un clásico de ERC) quedarán en nada ante una deriva que seguro afectará al futuro de los republicanos, enfrentados como mucho más que “enemigos mortales”.
El otro día, Marta Rovira apelaba a la trayectoria de ERC como un referente incomparable. No hay ningún partido en el país que tenga un sello histórico como el fundado por Macià y Companys. Sin embargo, entendí que la referencia de Rovira en la despedida como secretaria general (“ERC es más que un partido; de hecho, es patrimonio del país”) se parecía a la necesidad ineludible de salvaguardar una iglesia románica medio en ruinas, con notables frescos y una portalada magnífica.
Tras los intentos de “evitar un estropicio”, en el fondo estaba la percepción de un llamamiento para conservar el monumento. Hay otra lectura: el peligro, cierto y tangible, de que ERC, después del congreso, se convierta justamente en esto: una antigua edificación incluida en el catálogo razonado de monumentos patrióticos.
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