
Director de EL PERIÓDICO

Albert Sáez
Albert SáezDirector de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
¿Quién sabe cómo arreglar el problema de la vivienda?

Un dels estands de la fira The District, ahir. | MARC ASENSIO CLUPÉS
El pensamiento asfixiante es aquel que ni siquiera pierde el tiempo en argumentar sus posiciones porque las considera superiores moralmente. En cualquier conversación, se da por descontado que la política educativa debe hacerse acorde con los maestros y las maestras, en su mayoría funcionarios públicos que, como tales, defienden sus intereses corporativos con, como mínimo, tanto ahínco como defienden los de los alumnos. Algo parecido pasa con los jueces. Es una forma de pensar transversal a la izquierda y a la derecha. No ocurre lo mismo en el caso del sector de la vivienda. Los operadores inmobiliarios son, en el pensamiento asfixiante, un lobby que defienden los intereses de los malos malísimos porque este es un sector en el que no hay nadie que se salve. Vamos, se les trata como si en materia educativa consideraramos que todos los maestros son abusadores o todos los jueces corruptos. La fábrica ideológica del Observatorio DESC, donde se incubó, por ejemplo, a Ada Colau, vocifera, sin ni siquiera argumentar, que la vivienda es un derecho con el que no se puede comerciar. De esa factoría también sale la idea, sin base racional, de que cobrar por la gestión del agua es privatizar un bien común. El agua de todos está en los ríos, de libre acceso. Lo que cuesta dinero es llevarla hasta los hogares. Este pensamiento envuelve los debates ciudadanos en Barcelona y asfixia cualquier voz que lo cuestione que es enviada a la hoguera de los especuladores. Esto no sería relevante sino bloqueara muchas decisiones sobre problemas acuciantes para miles de barceloneses.
El caso más espectacular es el de la vivienda. Barcelona lleva una década aplicando las políticas fabricadas en el entorno de DESC y lo único que ha conseguido es encarecer el precio de los pisos, de los alquileres y resucitar prácticas propias de los años del desarrollismo como el alquiler por habitaciones. Casi todo lo que se ha hecho ha provocado el efecto contrario al deseado. Y los autores de ese desaguisado intelectual aún se permiten cada año tratar de boicotear The District, una feria de operadores inmobiliarios que reúne a 12.000 expertos en Barcelona, entre los que se encuentran inversores y fondos, junto a gente que sabe de qué va el tema de la vivienda. Este miércoles apenas hubo un centenar de manifestantes pero su colorida performance tiene un atractivo irresistible para las cámaras. Con la vivienda ocurre un poco lo mismo que con la emergencia climática, la gravedad del problema lo convierte en un campo de batalla para los que, por encima de la vivienda o el medio ambiente, lo que buscan en dinamitar el capitalismo. Nada que decir, excepto que lo hagan a cara descubierta y que dejen que, en el mientras tanto, los que saben de esos asuntos traten de solucionarlos. No utilicen la emergencia habitacional o climática para hacer negocios, tampoco ideológicos.
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