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Trump y Biden, otra vez

No es previsible un trasvase significativo de votos de un candidato al otro en una sociedad partida en dos

Trump se impone en New Hampshire pero Haley promete seguir en la pelea

Biden gana las primarias demócratas de New Hampshire con casi el 75% de los apoyos

El expresidente de EEUU y candidato a las primarias republicanas Donald Trump, durante un acto de campaña en Laconia, New Hampshire.

El expresidente de EEUU y candidato a las primarias republicanas Donald Trump, durante un acto de campaña en Laconia, New Hampshire. / MATT ROURKE / AP PHOTO

Cuando apenas se ha puesto en marcha el proceso de elecciones primarias en Estados Unidos puede decirse que la suerte está echada. La ventaja de 11 puntos obtenida por Donald Trump en New Hampshire ante su única contrincante, Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur, y el triunfo en el campo demócrata de Joe Biden, en una consulta a la militancia de carácter simbólico en la que el presidente no hizo campaña ni aparecía en las papeletas, pero pudo ser votado, dejan todas las incógnitas despejadas salvo sorpresa mayúscula. Los dos candidatos de 2020 volverán a medir sus fuerzas en noviembre, pendientes una vez más del comportamiento de los electores en los 'swing states' o estados oscilantes, aquellos en los que ninguno de los dos tiene asegurada la victoria.

La determinación de la exgobernadora de seguir en la pelea, a pesar de que le ha servido de muy poco que el gobernador de New Hampshire sea un republicano moderado que colaboró en su campaña, confiere la condición de cita decisiva a las primarias de Carolina del Sur, el próximo 3 de febrero. Si también allí Trump sale vencedor, Haley tendrá francamente difícil atraer donantes y mantenerse en la carrera. Si Biden logra una victoria holgada en la próxima cita, según prevén los sondeos electorales, cabrá decir que la ceremonia de las primarias de los dos grandes partidos ha perdido la espectacularidad y el interés que siempre tiene.

La gran paradoja es que las encuestas de estos últimos días coinciden en presentar a Haley como segura vencedora frente a Biden, porque parece atraer a una parte del electorado demócrata más moderado y, en cambio, Trump no es capaz de fracturar el frente demócrata. Tales vaticinios han llevado a Haley a presentar a su oponente como alguien capaz de obtener un gran resultado personal, pero de llevar al Partido Republicano a la tercera derrota consecutiva a escala federal después de la de 2020 -elección presidencial- y la de 2022 -elecciones de mitad de mandato-, cuando el grueso de los candidatos auspiciados por el expresidente salieron derrotados. Al mismo tiempo, algunos asesores políticos creen que el resultado obtenido por Haley en New Hampshire es un balón de oxígeno para Biden, porque han sido significativamente pocos los electores independientes que se han interesado por ella.

A partir de ese marco de referencia, se antoja determinante la capacidad que puede tener Biden para movilizar al electorado demócrata y contrarrestar la reconocida capacidad de su rival para mantener permanentemente en acción a los suyos. Y ahí el voto joven, muy crítico con el comportamiento de la Casa Blanca en la guerra de Gaza, el de las mujeres y el de las minorías serán de nuevo cruciales para que los demócratas retengan la presidencia. No hay mayores secretos en la campaña que ahora empieza porque no es previsible un trasvase significativo de votos de un candidato al otro en el seno de una sociedad profundamente partida en dos, incluso en el caso de que se dé alguna condena de Trump por alguno de los más de 90 cargos por los que ha de responder en diferentes tribunales. Biden necesita minimizar la ausencia en las urnas de votantes demócratas decepcionados con su gestión; a Trump parece bastarle con perseverar en su estrategia de agitación sin descanso.