El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Dios nos coja confesados
Creía que la familia tradicional estaba en vías de extinción, pero los magnates de la TV se matan entre sí por llevársela al huerto

Sonsoles Ónega y Ana Rosa Quintana
Hay entre las emisoras de TV, en este principio de temporada, una lucha a muerte por ver quién se lleva el gato al agua. Una lucha por la audiencia, en fin, o el 'share', que nunca supe muy bien lo que significaba, aunque tiene que ver sin duda con la cantidad. Parece que el secreto del éxito reside en lo que algunos llaman la 'televisión familiar'. Antena 3 ha destronado a Telecinco a base de televisión familiar y Telecinco está dispuesta a mezclar ingredientes hasta dar con la fórmula.
Entretodos
El sintagma 'televisión familiar' me llama la atención. No se usa en la radio, ni en la literatura, ni en el teatro, aunque sí en el cine. Santiago Segura, por ejemplo, afirma que hace "cine familiar". En el cine hay, curiosamente, otro término que funciona muy bien: 'el de autor'. Cuando se habla de 'cine de autor'se habla casi de un género. Pero nadie diría "novela de autor". Se supone, quizá sin fundamento, que las novelas son siempre de quien las firma.
Permanezco estos días atento a la pantalla porque estaba convencido erróneamente de que la televisión familiar había desaparecido debido a la multiplicación de las pantallas. Los expertos vienen asegurando que nadie se sienta ya a ver la tele como antes. Que se consume a trozos, en diferido, y en distintas habitaciones de la casa. Que los padres y los hijos no comparten los gustos de la parrilla. No sé, quizá que la familia, tal como ha sido concebida hasta hace poco, se halla en vías de extinción.
Y resulta que no porque los magnates de las cadenas se matan entre sí por llevársela al huerto, por llevarse al huerto a la familia tradicional, quiero decir, la de toda la vida. Lo hacen por el dinero, claro, por la pasta, por la publicidad, es lo natural, pero no deja de sorprender que la familia de siempre, con la explosión de la individualidad digital, continúe siendo un nicho de mercado.
¿Quién metaforiza mejor lo familiar, Ana Rosa Quintana o Sonsoles Ónega, Roberto Leal o Boris Izaguirre? Este es el gran misterio de nuestros días. Si yo fuera sociólogo, trataría de averiguar a lo largo de este curso qué rayos se entiende hoy por familia. ¿Cómo nos ven (a las familias) los jefes del negocio para ofrecernos lo que ya estamos viendo? Pero, sobre todo, cómo nos vemos a nosotros mismos (a nosotras mismas) para seleccionar con el mando a distancia (o con la mente) lo que, según los estudios de audiencia, comienza a tener éxito familiar.
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