El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Salvado un día más
Me alivia la idea de que llevo un móvil en el bolsillo y que, en el peor de los casos, podría llamar a casa y enviarles mi ubicación para que me recogieran

Un hombre usa un móvil.
Salgo a caminar por el recorrido de siempre, de casi siempre, porque alterno dos o tres rutas, todas muy familiares al cabo de los años. Son las ocho de la mañana. La temperatura es excelente. He puesto el piloto automático para pensar en mis cosas en la confianza de que el cuerpo me lleve adonde voy. De súbito, el día se nubla y, al modificarse el color del ambiente, dejo de reconocer el paisaje. Sigue siendo, por un lado, el de siempre, pero por otro no. Por otro, es un camino extraño, lo que me proporciona un sentimiento de pérdida inquietante. Me pregunto si debo continuar o dar marcha atrás en busca de alguna referencia conocida. Pero las referencias que tengo a la vista, me repito, son conocidas. Reconozco esta casa, este árbol, incluso el ladrido de ese perro... Y, pese a reconocerlas, me parecen extrañas. La contradicción es casi insoportable, como hallarse entre amigos que no son sino gente extraña hábilmente disfrazada de gente amiga. Me refiero a esa extrañeza que se da cuando lo familiar y lo ajeno coinciden en una misma situación o en un mismo objeto y que Freud tradujo como "lo siniestro".
He sido atacado por lo siniestro a las 8 de la mañana de un día de verano que se prometía feliz. No hay nadie cerca, siento miedo, pero continúo andando porque tengo la impresión de haber atravesado el punto de no retorno. Podría resultar peor darse la vuelta. Veo una casa con un porche que da a una piscina. En el borde de la piscina hay un hombre en la postura del loto, con los ojos cerrados, meditando sin duda. Parece una estatua. Le chisto para preguntarle dónde me encuentro, pero se halla tan dentro de sí que no me oye y no es cuestión de ponerse a dar gritos.
Entretodos
Me alivia la idea de que llevo un móvil en el bolsillo y que, en el peor de los casos, podría llamar a casa y enviarles mi ubicación para que me recogieran. No he utilizado nunca esta aplicación del celular que sin embargo me parece increíble porque sirve para decir: "Estoy aquí, en este punto exacto del planeta". No necesitas añadir nada más, ni calle, ni número, ni pueblo, ni ciudad. Envías tu ubicación y el receptor del wasap sabe exactamente dónde debe buscarte. En esto, la nube pasa, vuelve a aparecer el sol y el paisaje adquiere el aspecto familiar de siempre. Estoy a salvo, seguramente de milagro, un día más.
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