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El Estadi Olímpic Lluís Companys.

El Estadi Olímpic Lluís Companys. / Zowy Voeten

El Barça se prepara para vivir su traslado temporal a Montjuïc y el drama está servido. Hace unos años que los socios y aficionados tienen la moral baja y se entiende que estén en modo llorón. Todo se les hace una montaña, nunca tan bien dicho, y ante la nueva situación hay mil preguntas. ¿Cómo van a subir? ¿Habrá aparcamiento? ¿Habrá bocadillos de butifarra? Las respuestas que han dado el ayuntamiento y el club, a través de Jordi Portabella, no eran muy motivadoras, pero parece que nadie haya subido antes a Montjuïc en masa (hace 15 días, el concierto de The Weeknd metió a 55.000 personas en el estadio olímpico y no-pa-só-na-da).

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Hoy se verá un ensayo general de esas dudas de movilidad, pero también de las de tipo existencial. Hoy el culé tribunero no bajará de la Cerdanya para ver un Gamper «allí arriba». Habrá socios que hablarán del exilio (como si esto fuera la posguerra) y otros que, como buenos jubilados, preferirán ir a ver las obras del Camp Nou con un transistor en la oreja. El más fiel y retorcido se preguntará si ahora debemos llamarlo el estadio Lluís Companys Spotify, y el más pesimista se quejará de que los jugadores están muy lejos y se ve mejor por la tele. Luego, como siempre, todas las dudas se desvanecerán con el tópico: si la pelota entra. En cuanto De Jong, Oriol Romeu, Gündogan y Pedri empiecen a combinar y a servir balones para que Lewandowski y el recuperado Ansu Fati metan goles, Montjuïc no parecerá tan lejos.

Empezará la liga. Mientras los perezosos se quedan en casa, los más listos se lo tomarán con calma y subirán a pasar el día en la montaña. Opciones no faltan: la Fundació Miró, el Poble Espanyol, el MNAC, las vistas desde el castillo, los nenúfares de los jardines Verdaguer, los partidos de cricket entre pakistaníes... ¿Y quieren saber un secreto? Siempre se puede subir en uno de los buses turísticos que dan la vuelta a la ciudad y pasan por el Anillo Olímpico: seguro que tendrán prioridad, y no creo que Portabella los incluyera entre las muchas formas de subir a Montjuïc, tan lejos y tan cerca.

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