2
Se lee en minutos
Estreno del Barça en el Estadio Olímpico Lluís Companys,  para el trofeo Joan Gamper

Estreno del Barça en el Estadio Olímpico Lluís Companys, para el trofeo Joan Gamper

El FC Barcelona ya ha estrenado el que será su domicilio provisional hasta finales de 2024 si las obras de reforma del Spotify Camp Nou (de momento, solo de demolición) cumplen el calendario prometido. En los tradicionales parlamentos previos a la disputa del trofeo Joan Gamper, el entrenador, Xavi Hernández, pidió a los socios su «apoyo, solidaridad y sacrificio» para que el equipo se sienta «como en el Camp Nou». De momento, en la prueba piloto del ascenso a la montaña de Montjuïc, el objetivo no se logró, con una entrada de 35.224 espectadores, lejos del aforo de 49.400 localidades. Gran parte de ellos turistas, y con un ambiente desganado.

Es justo decir que este tipo de partidos de pretemporada (en otros tiempos, torneos veraniegos) hace tiempo que perdieron su sentido original de reencuentro entre la afición y el equipo tras la pausa veraniega de la competición. Con el adelanto de la Liga a pleno mes de agosto y el retraso del cierre del periodo de fichajes hasta el 1 de septiembre, ni estos encuentros sirven para presentar los nuevos fichajes (con las plantillas aún abiertas, y aún más en el caso de un Barça pendiente de salidas significativas y de poder inscribir a gran parte de sus efectivos) ni pueden competir en expectación con los primeros partidos de competición oficial;en el caso del Barça, dentro de solo cinco días. Citas como el Gamper se han convertido en un atractivo más de la oferta turística del verano. Pero bajo estos mismos condicionantes se disputaron el último Gamper prepandémico (98.812 espectadores, aún con Messi, en 2019) e incluso en el del año pasado (83.021 sin el astro argentino).

La desmovilización del aficionado hacia una entidad descapitalizada en sus cuentas y en su plantilla tras la gestión de la anterior directiva y el indefinido proceso de reconstrucción con la actual ya tuvo, en el Camp Nou, el desalentador antecedente de la ocupación de las gradas por 30.000 aficionados del Eintracht de Frankfurt. Las reticencias a asumir las incomodidades del traslado a Montjuïc y la pérdida del factor Messi entre el público internacional no han hecho más que agravar este proceso, con una cifra de abonados para esta temporada de unos 17.000 para 27.000 asientos disponibles y una asistencia realmente escasa en el Gamper. 

El primer partido en el Estadi Olímpic Lluís Companys no mostró en absoluto que acudir a sus gradas haya de ser un sacrificio inasumible por el aficionado. Los ajustes en la instalación paliaron el efecto disuasorio para el espectáculo de la pista de atletismo y el dispositivo de movilidad fue más que capaz de hacer llegar al número de asistentes previstos con razonable comodidad tanto combinando transporte público más escaleras mecánicas, autobuses lanzaderas o funicular como utilizando algunos de los aparcamientos dispuestos a los pies de la montaña y conectados también con lanzaderas. El error de la venta duplicada de entradas en un sector y alguna avería en las escaleras (previsiblemente más evitable en el futuro lo primero que lo segundo) son incidencias menores dentro de una prueba piloto.

El Barça aún ha de hacerse suyo el Estadio de Montjuïc. Pero es otra cuesta arriba, y no las pendientes que llevan al estadio de Montjuïc, la que debe recorrer el Barça esta temporada: la de garantizar su viabilidad económica, recuperar su competitividad internacional y reconectar con el socio.