Batalla judicial

Grietas en la catedral de Puigdemont

¿Por qué motivo insiste en plena contienda electoral en revelar una verdad (la suya) que de buenas a primeras va a ser carnaza electoral para el PP?

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Carles Puigdemont, en una conferencia de prensa en el Parlamento Europeo en febrero pasado.

Carles Puigdemont, en una conferencia de prensa en el Parlamento Europeo en febrero pasado. / JOHN THYS

Palabra contra palabra vete a saber tú. ¿Es cierto que unos tipos del PSOE se presentaron en Waterloo y le propusieron a Puigdemont pasarse una incierta temporada en la trena para luego, tras la sentencia, ser indultado? Y caso de que así fuera, ¿fue un comentario, una especulación, una hipótesis o una rocambolesca propuesta en firme? Por lo pronto, parece más bien sospechoso. Cuando no jocoso. Porque los jueces del Supremo está claro qué decisión tomarían. Y un indulto, visto lo visto, no se gestiona en un santiamén tras la sentencia condenatoria. Si además existe la sospecha fundada de que el Gobierno que se avecina -desde hace tiempo que se ve venir- es de la derecha más rancia en 40 años, pues menuda ocurrencia. 

Otra cuestión es el motivo real que llevó a Puigdemont a descolgarse por ahí ante Jordi Basté. Justo tras el hachazo de su compañera Clara Ponsatí. Esta le arreó donde más duele, socavando la leyenda del héroe que mantiene una lucha a destajo en Bruselas para liberar Catalunya. 

Es de sobras conocida la batalla judicial que mantienen Puigdemont y Comín (además de Lluís Puig) ante el todopoderoso Pablo Llarena para evitar una extradición que, sin duda, significaría acabar con sus huesos en la cárcel. Persecución implacable la del juez instructor aunque, hasta la fecha, ha cosechado más fracasos que éxitos. 

Ponsatí anda más suelta. Gracias a los acuerdos ‘gratis’ del ‘vendido’ Junqueras ya no teme ir a la cárcel. También Puigdemont pudo tomar aire gracias a la ‘Doctrina Junqueras’ que la defensa del 'President' quiso deslucir recurriendo a un supuesto antecedente para negar la mayor. Lo que solo evidenció la inquina y la patrimonialización de un litigio judicial vivo tanto para unos como para otros.

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Toda vez que bien diferente es reconocer la existencia de un litigio judicial trascendente y extraordinario a pretender que lo que se está dirimiendo es la suerte política de Catalunya. Cuando Raimon Galí y Joan Sales volvieron del exilio mexicano a la España franquista lo justificaron así: "Más vale levantar la pared de una ermita en Catalunya que una catedral en México". 

Dicho todo lo cuál, persiste una duda. ¿Por qué motivo Puigdemont insiste en plena contienda electoral en revelar una verdad (la suya) que de buenas a primeras va a ser carnaza electoral para el PP? ¿Fue un arrebato ajeno a la coyuntura o tuvo que ver con el manifiesto del nuevo partido que leyó Ponsatí que se tradujo en una sonada bofetada a Puigdemont? ¿Era tinta de calamar? Solo Puigdemont lo sabe. Lo que no quita lo evidente y sus consecuencias.