Opinión | Diálogo
Joan Tapia

Joan Tapia

Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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La Catalunya desinflamada

El PSC ganará de largo las elecciones y la suma de los diputados socialistas y populares, que también suben, superaría la mitad de los 48 que Catalunya envía a Madrid

El presidente Pedro Sánchez, con el líder del PSC, Salvador Illa, en un acto

El presidente Pedro Sánchez, con el líder del PSC, Salvador Illa, en un acto / ZOWY VOETEN

El PP sigue primero en todas las encuestas (incluida la del CIS), pero el futuro Gobierno está un poco más en el aire. El PP no está cerca de la mayoría absoluta y en los 'trackings' de la prensa no siempre llega con Vox a los 176 escaños. Lo hace en el del 'ABC' donde el total de la derecha suma 183 diputados (152 del PP más 31 de Vox), pero no en el de 'El País' donde los 127 del Feijóo más los 42 de Abascal se quedan en 169. A 7 de la mayoría.

Pero, incluso en 'El País', la suma de la izquierda (PSOE y Sumar) no supera los 150 escaños con lo que Sánchez tendría casi imposible ser investido. Así, la alternativa parece ser un Gobierno del PP más Vox, o apoyado por Vox, o un bloqueo que podría volver a llevar, como en 2015 y 2019, a la repetición electoral. Y el viernes Vox, en lo que parece un 'pressing' a Feijóo para entrar en el gobierno de Murcia, votó con la izquierda e impidió la elección de Fernando López Miras. ¿Se podría repetir algo así en Madrid? ¿Y hasta el final?

En Catalunya las cosas son -como es habitual- muy distintas, pero esta vez porque la política de diálogo y desinflamación -cuyo punto clave fueron los indultos a los condenados por el referéndum de 2017- ha dado resultados. El PSC ya ganó, por poco, las elecciones catalanas de 2021 y ahora es pieza clave en el Parlament para que sobreviva el gobierno minoritario de ERC. Acaba de ganar con más claridad las municipales y, aunque por carambola y con apoyo del PP, se ha hecho con la alcaldía de Barcelona. Y la encuesta del CEO de la Generalitat dice que en las elecciones del 23J aumentará entre 4 y 6 (hasta 16 o 18) sus diputados en Madrid.

Pero no es solo el PSC, el PP también puede llegar a 8 diputados (seis más que ahora) con lo que los diputados de los dos grandes partidos estatales pasarían de 14 a 26. Más de la mitad de los 48 que Catalunya envía al Congreso de los Diputados. Por el contrario, siempre según el CEO, los diputados independentistas bajarían de 23 (13 de ERC, 8 de Junts y 2 de las CUP) a una horquilla de entre 21 y 15. Es un vuelco que confirma la caída del voto nacionalista que pasa del 42,9% de 2019 a un máximo del 39% y a un mínimo del 31%.

Las razones principales del descenso del voto soberanista son tres. Una, el fracaso de la DUI (declaración unilateral de independencia) de 2017 tras la aplicación del 155. Esto ya era realidad en 2019. Dos, la política de desinflamación del gobierno Sánchez con el apoyo clave sobre el terreno del PSC de Salvador Illa. Y, tres, el cisma independentista con la ruptura el pasado octubre del gobierno de coalición entre ERC y Junts. 

La ruptura el pasado octubre de la coalición nacionalista de ERC y Junts en el Govern de la Generalitat también ha contribuido a la desmovilización del votante independentista

Añadámosle que ERC ha tenido un serio contratiempo en las municipales. Y que Junts, que en Barcelona tuvo éxito al conseguir que la lista Trias (una mezcla de la CDC clásica y de un Junts semioculto) fuera la más votada, ha acabado en sonoro fracaso cuando ha sido el socialista Collboni (con 10 concejales frente a los 11 de Trias) el que ha logrado la alcaldía. La razón es que Trias (y Puigdemont), eufóricos por la victoria, no se dieron cuenta que con el pacto con ERC tenían solo 17 concejales cuando la mayoría es de 21. Y ahora hay mucho independentista desmovilizado y algunos sectores incluso predican la abstención. 

La política de diálogo y desinflamación -otra cosa es el extraño cambio último de los delitos de sedición y malversación que no ha tenido ningún efecto- ha relajado el clima político catalán. El independentismo sigue fuerte -y sería un grave error minusvalorarlo-, pero ya no puede afirmar que representa “la nueva centralidad catalana”. 

Y es posible, y deseable, que así como con el 155 Rajoy y Sánchez fueron juntos, una victoria del PP el 23J no implicara el fin del diálogo. ¿Puede pasar? El propio Feijóo declaró el viernes a EL PERIÓDICO: “No tengo interés en ir contra la mesa de diálogo si…”. Y la mesa ha sido una de las bestias negras del PP toda la legislatura. 

Pero un partido de gobierno competente debe “ajustar” posiciones. Feijóo lo ha hecho, en pocos días, con la reforma laboral -el PP votó en contra pese a estar pactada con la CEOE- y con más cautela con la mesa de diálogo. Quizás el gran escollo para “sintonizar” con la realidad catalana de hoy sería la dependencia de Vox.