En clave europea
Prensa, posverdad y poder en Europa
Eliseo Oliveras
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, que ha convertido su país en un régimen autoritario con elecciones, explicó en 2022 en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) que para conquistar el poder es clave controlar los medios de comunicación, disponer de medios propios y afines y difundir día y noche sus mensajes políticos. Orban, admirador de Donald Trump, destacó que para lograr "la Reconquista" hay que "actuar según sus propias reglas", sin miedo a ser denostados, porque seguir las reglas establecidas lleva a la derrota.
La exsecretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, en su intervención el 2 de junio en Barcelona en la conmemoración del 50 aniversario de CIDOB, advirtió del riesgo de que la prensa independiente actúe inadvertidamente como difusora acrítica de la propaganda y las posverdades de la ultraderecha y del nuevo populismo en que han caído los partidos conservadores a ambos lados del Atlántico. Clinton explicó que al reproducir en los medios los mensajes, las opiniones y las posverdades de estas fuerzas políticas como si fueran hechos o realidades, los ciudadanos reciben "más opinión que hechos en las noticias" y se crea un entorno político de posverdad que amenaza la democracia.
Gracias a su poder sobre la prensa, Orban ha podido orientar y dominar el debate público, imponer su narrativa, desprestigiar a sus adversarios y legitimar su régimen y las reformas de la Constitución y de las leyes electorales, asegurándose la victoria en los sucesivos comicios. Orban comenzó por controlar los medios de comunicación públicos y usó a empresarios afines, la publicidad, las ayudas, las regulaciones y el acoso para domesticar al resto de la prensa. Empresarios próximos se encargaron de comprar o cerrar los medios críticos que quedaban o iban apareciendo. El Gobierno húngaro controla ahora a través de una fundación cerca de 500 medios donados en 2018 por los empresarios.
El poder mediático
El Gobierno ultra polaco del partido Ley y Justicia (PiS) sigue desde 2015 el modelo de Orban, con la compra por el sector público de medios de comunicación privados, que se convierten en maquinas de propaganda, mientras recurre al hostigamiento económico y judicial contra la prensa crítica. La primera ministra italiana, Georgia Meloni, del ultraderechista Hermanos de Italia y admiradora de Orban, ya ha iniciado el asalto a televisión pública italiana (RAI) para imponerle un marcado giro a la derecha a los siete meses de asumir el cargo. El control sobre la prensa también fue clave para que el exprimer ministro búlgaro Boiko Borissov, del Partido Popular Europeo, se mantuviera en el poder de 2009 a 2021, pese a la corrupción y los escándalos. Ahora tutela entre bastidores el nuevo Gobierno búlgaro de coalición.
En las elecciones de mayo en Turquía (miembro de la OTAN), el control sobre la prensa y la represión de las voces críticas han facilitado la victoria del presidente Recep Tayyip Erdogan, pese al frente unido de la oposición, la crisis económica y el descontento por la gestión del terremoto. En Grecia, la ley intimidatoria sobre lo que el Gobierno pueda considerar noticias falsas (penas de cinco años de cárcel) y el retroceso de la libertad de prensa denunciado por Reporteros sin Fronteras contribuyó a la victoria el 21 de mayo del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, de Nueva Democracia (Partido Popular Europeo), pese al espionaje telefónico, la crisis y el grave accidente de tren por desatención de las infraestructuras. Mitsotakis parte como favorito en los nuevos comicios del 25 de junio, en los que busca el bonus de 50 diputados extra por ser el partido más votado.
Berlusconi, el pionero
Silvio Berlusconi fue el primero en instrumentalizar su imperio mediático para convertirse en primer ministro de Italia en 1994, repetir en el cargo (2001-2006 y 2008-2011) y mantenerse como una figura clave hasta hoy, a pesar de la sucesión de escándalos y procesos judiciales. El partido de Berlusconi, Forza Italia (miembro de los populares europeos), forma parte del gobierno ultra de Meloni, y sus canales de televisión en España se han alineado cada vez más con el PP.
El oligarca checo Andrej Babis (antiguo agente de la policía secreta comunista) imitó a Berlusconi y usó su grupo mediático para ser primer ministro de 2017 a 2021 y capear los sucesivos escándalos en que se vio envuelto. Babis se afilió al grupo liberal, pero ha actuado como un populista, es próximo a Orban y asistió a principios de junio de la conferencia conservadora CPAC de este año en Budapest.
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