Las elecciones generales

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La economía en la carrera del 23J

El debate político no se puede quedar en la confrontación banal y deben tomarse muy en serio los datos económicos

El Ibex retrocede un 0,7% semanal y pierde los 9.200 puntos ante las dudas por el techo de deuda en EEUU

El Ibex retrocede un 0,7% semanal y pierde los 9.200 puntos ante las dudas por el techo de deuda en EEUU

A mediados de mayo, antes de su reunión anual, el Cercle d’Economia publicó una nota de opinión en la que reclamaba consenso ante el «estancamiento» de la economía catalana y española. La nota, que se difundió antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, insistía en la necesidad de abandonar la crispación política. La campaña electoral, sin embargo, intensificó lo que ha venido siendo el debate político en España, que tiene muy poco de debate y mucho de proclamación de consignas y lemas llamativos para desprestigiar al adversario más que para convencer con argumentos al electorado. La carrera del 23J corre el riesgo de caer en la misma reducción simplista y dejar de lado asuntos que afectan de lleno a la ciudadanía, como la situación económica.

Uno de los puntos fuertes de la estrategia de Pedro Sánchez es sacar pecho de las medidas económicas aprobadas por su Gobierno que han conseguido sortear la crisis, primero del covid y después de la guerra de Ucrania. En efecto, España presenta actualmente unos buenos indicadores económicos, sobre todo en cuanto al crecimiento del empleo (20,8 millones de trabajadores en activo en mayo) y algunas acciones del Gobierno de coalición han mitigado los efectos negativos de la coyuntura internacional (el escudo social durante la pandemia o el tope del precio del gas para frenar la escalada energética, por poner dos ejemplos). 

Sin embargo, existen suficientes incertidumbres como para no decir que la economía española está a salvo de recaídas. Sin ir más lejos, la oficina estadística Eurostat confirmó este jueves que la zona euro entró en recesión técnica al encadenar dos trimestres consecutivos en negativo, arrastrada por Alemania. No deja de ser un tecnicismo, puesto que estamos hablando del -0,1%, y para hablar de recesión económica propiamente dicha debe producirse una caída sostenida de la actividad y del empleo, cosa que no ocurre en la zona euro y menos en España. Pero sí que se observa una desaceleración del PIB; que la inflación, aunque a la baja, sigue estando muy por encima del objetivo del 2%, y que se da por descontado que el Banco Central Europeo seguirá con su política monetaria de subir los tipos de interés. Un cóctel que con toda probabilidad afectará a la capacidad de consumo y al gasto público.

Volviendo a la nota del Cercle, que alertaba del «estancamiento» del nivel de vida (según la convergencia del PIB per cápita con Europa desde el año 2000), los empresarios rebajan el triunfalismo del Gobierno sobre la situación económica del país. Y tampoco el Ibex parece corroborar esta bonanza, como anotó Martí Saballs Pons en un artículo en este diario, en el que explicaba que Sánchez es el único presidente en cuyo mandato la evolución del selectivo español es negativa. El Gobierno ha adoptado en ocasiones un discurso contra las grandes empresas, olvidando el papel de estas como motor económico.

En los próximos días, los candidatos electorales obviarán estas sombras para desviar la atención hacia medidas populistas que implican compromisos de gasto con un muy hipotético retorno social o en generar ruido político con proclamas patrióticas y medias verdades que apelan a votar con la emoción y no con la razón. Una confrontación banal que empobrece el debate, que pasa de puntillas sobre la necesidad de una gestión racional de gasto, déficit y deuda y que desaprovecha la ocasión de hablar de lo que realmente afecta a la gente.