Elecciones del 23J Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Que vivan los políticos burros

No ha de ser fácil saber cuándo te equivocas, si todos a tu alrededor insisten en negar siquiera tal posibilidad

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras participar en el homenaje a Rodolfo Ares este sábado en Bilbao. EFE/Luis Tejido

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras participar en el homenaje a Rodolfo Ares este sábado en Bilbao. EFE/Luis Tejido

Los hay que confían todavía en que el adelanto electoral haya sido una jugada maestra de su Churchill madrileño –como si pudiese ser Churchill alguien que ni fuma ni bebe en público– pero mi impresión es que Pedro Sánchez es un boxeador grogui, más parecido a Poli Díaz persiguiendo sombras y recibiendo una tunda contra Pernell Whitaker, que al estadista británico. A Pedro Sánchez le están dando la cuenta de protección, el problema es que, desde su rincón, en lugar de tirar la esponja y ahorrarle más castigo, le animan a seguir peleando. Un buen entrenador sabe cuándo parar el combate, no manda a su púgil a una carnicería.

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A Sánchez le ocurre lo mismo que a tantos líderes: a su alrededor no tiene quien le cuente la verdad, sino cortesanos que le dicen que además del más guapo, es el mejor estratega y el más listo de la política española, y que el adelanto de elecciones va a ser la hostia. La hostia que se va a pegar, en todo caso. Para evitar alejarse de la realidad, los emperadores romanos tenían a un esclavo que les recordaba que eran mortales, incluso los reyes del medioevo se rodeaban de bufones que les decían la verdad. Pedro Sánchez no tiene esclavos, por lo menos que se sepa, y a las bufonas de Podemos las ha colocado de ministras, con lo que de poco le sirven, como no sea para divertir al personal.

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No ha de ser fácil saber cuándo te equivocas, si todos a tu alrededor insisten en negar siquiera tal posibilidad. Viviendo entre vítores, palmaditas en la espalda, besos y elegías, uno acaba creyéndose infalible, como el Papa, qué digo, uno se acaba creyendo el mismo Dios. Lo mismo le pasó al Vivales, que a fuerza de escuchar a sus fieles que cualquier burrada que hacía tenía también rango de "jugada maestra", se lo terminó creyendo y así ha acabado: prófugo de la justicia, olvidado por todo el mundo salvo –y eso no es seguro– por sus familiares, y no entendiendo todavía en qué se equivocó.

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No va a ser ese el futuro de Sánchez, para su fortuna. Pero no parece de estadista muy brillante rodearse de ministras que no han hecho más que crispar el ambiente, ni conceder indultos a los líderes lacistas para solucionar un inexistente conflicto catalán, ni ir de la mano con Bildu, ni encerrar en casa a los ciudadanos inconstitucionalmente, ni despenalizar la malversación. Si todo eso, más su consiguiente debacle electoral, lo ha conseguido el político más listo, que vivan los burros.