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Josep Maria Fonalleras
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Hitler, la imprenta y la IA

Nunca había pasado que los creadores de una tecnología advirtieran, mientras la creaban, de los peligros que comportaba crearla

La IA impulsa la inteligencia humana.

La IA impulsa la inteligencia humana. / Placidplace en Pixabay.

Los expertos en inteligencia artificial parecen tener dos trabajos. Agrandar los horizontes de la IA y advertirnos de los riesgos de la IA. Dedican notables esfuerzos a la primera y firman, al mismo tiempo, varios manifiestos que tienen el aire sospechoso de un "yo ya os lo dije". La profecía apocalíptica se combina con la ingente actividad para que se cumpla, con lo que nos vemos sometidos (los usuarios, las futuras e hipotéticas víctimas de la tecnología) a un desbarajuste emocional bastante ininteligible.

En uno de los primeros manifiestos se proponía una especie de paréntesis creativo, una moratoria en el desarrollo de nuevos modelos hasta que hubiera regulaciones efectivas. Lo decían ejecutivos, investigadores e ingenieros cuya obligación no es poner puertas al campo, sino procurar que el campo se expanda cuanto más mejor. La contradicción explícita de ese grito de alerta se ha concretado ahora con el comunicado del Center for AI Safety, conformado por algunas de las mentes pensantes y de los dirigentes más destacados de las más reputadas firmas que hacen negocio con la IA. Palabras que son la antesala del juicio final, con un tono que ciertamente asusta: "Mitigar el riesgo de extinción que puede suponer la IA debería ser una prioridad global junto con otros riesgos a nivel social, como pandemias y guerras nucleares".

Cortina de humo

'Mitigar' y 'suponer' entran en el universo semántico de la mera posibilidad, pero "riesgo de extinción" son palabras mayores, y más si figuran en la misma frase que "pandemias" y "guerras nucleares". Algunos ven una maniobra dilatoria para tener la espalda cubierta, una cortina de humo para curarse en salud y para esconder presentes maniobras comerciales, y algunos se toman en serio la advertencia del fin del mundo. Nunca había pasado (en todo caso, no con esa contundencia) que los creadores de una tecnología advirtieran, mientras la creaban, de los peligros que comportaba crearla. Es como si Gutenberg hubiera dicho: "Atención, que con este invento podría venir Hitler y publicar 'Mein Kampf'".

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