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Autocrítica

Inés Arrimadas.

Inés Arrimadas. / EP

Albert Sáez

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Los latinos somos poco dados a la autocrítica. La rendición de cuentas, muy arraigada entre los anglosajones, acostumbra a ser un ejercicio de maquillaje de la realidad. Todo el mundo intenta aguantar como puede para acabar dimitiendo, que no es una forma de rendir cuentas sino todo lo contrario. Inés Arrimadas se marcha de la política sin una coma de autocrítica aunque el gesto la honra. Pedro Sánchez se ha evitado la autocrítica con una convocatoria electoral ante la cual, con más o menos entusiasmo, sus correligionarios cierran filas para salvar los muebles. Mariano Rajoy aún no ha rendido cuentas de lo que hizo en Catalunya. Como tampoco lo ha hecho su antagonista del momento, Artur Mas, que se marchó a petición de la CUP. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras nunca se han sentado ante la ciudadanía para decirles que les faltaron al respeto con el 6 y 7 de septiembre, ni ante los independentistas para explicarles que llevaron el conflicto político a la esfera judicial sabiendo que perderían. Dimitir o convocar elecciones no es rendir cuentas. Falta autocrítica. 

Publicamos dos informes que merecerían alguna dosis de autocrítica. El primero es de Carlos Márquez sobre el desastre en la gestión de la llamada T-Mobilitat, la tarjeta inteligente del transporte público en Catalunya. Desde 2014, llevan gastados 160 millones, el doble de lo previsto. Ahora se van a gastar 5 millones en un nuevo "cerebro" , pero las prestaciones del servicio, empezando por su aplicación en el móvil, siguen siendo deficitarias. Una amalgama de administraciones y empresas, todas catalanas, se reparten difusamente una responsabilidad que nadie asume. El segundo es de Foment del Treball. Se acumulan 40.000 millones de déficit en la inversión en infraestructuras en Catalunya, la mayor parte por proyectos aprobados, por lo tanto considerados necesarios, y no ejecutados, por desidia de los organismos del Estado y también por la falta de coraje de las autoridades locales. La responsabilidad también es difusa. 

Esta reflexión no sería completa sino hablara también de los medios de comunicación. Demasiado a menudo quedamos atrapados por el tacticismo político que nos nubla la vista con el ruido de las declaraciones o en nuestro prurito con la competencia sin ir al fondo de los asuntos. Por ejemplo, para entender lo que va a pasar en las próximas semanas en las negociaciones para la formación de los gobiernos municipales, es más importante mirar a estos datos que ha recogido la sección de política que a los dimes y diretes del lunes al miércoles en las jornadas del Cercle, donde sí se dijeron cosas relevantes en las mesas económicas. Contrariamente a lo que dice la tradición latina, la autocrítica no debita sino que fortalece. Por eso la política está tan débil. Y el periodismo.

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