Nuestro mundo es el mundo

Feijóo vende el cambio sereno

En las jornadas el Cercle el líder del PP buscó sintonizar con Catalunya e hizo un discurso moderado pero no quiso entrar en el futuro de las relaciones con Vox

Feijóo Reunió Cercle

Feijóo Reunió Cercle / Jordi Borràs / ACN

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La apertura de las jornadas del Cercle d’Economia coincidió con el anuncio de Pedro Sánchez de la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones. Las ha marcado y condicionado.  

Mientras el miércoles Pedro Sánchez -que anuló su participación- intentaba levantar la moral de los diputados socialistas en el Congreso, un sonriente Núñez Feijóo entraba en la gran sala del hotel W de Barcelona donde le aguardaba un público expectante que quería palpar al que puede ser el próximo presidente. Que Feijóo buscaba seducir quedó claro en el primer minuto. Proclamó su amistad con el hace poco desaparecido Josep Piqué, el político del PP que más sintonizó con el catalanismo moderado (fue presidente del Cercle) y que, aunque fichado por Aznar, fue luego ‘ejecutado’ por Ángel Acebes mientras Mariano Rajoy hacía de Pilatos. Feijóo dejó claro que su guía espiritual para Catalunya era Piqué. Punto.

Luego remachó su voluntad de sintonía con tres o cuatro frases. Una, España no es solo lo que pasa en Madrid. Dos, Si Catalunya no va bien, España tampoco. Tres, tengo la ventaja de saber que el gallego y el catalán son dos lenguas españolas y mientras fui presidente de Galicia siempre utilicé el gallego. La cuarta -fue interrumpido con aplausos- los catalanes son los que más impuestos pagan de España. Y mostró su oposición al “impuesto a los ricos” de Sánchez y su voluntad de estudiar el del patrimonio, aunque -lo recalcó- tenemos un déficit del 4,8%. No es lo mismo que Portugal, que está en el 0,4%.

Feijóo dijo que tiene la gran ventaja de saber que el catalán y el gallego son dos lenguas españolas y que como presidente de Galicia siempre usó la de la comunidad. Añadió que los catalanes son los que pagan más impuestos

Feijóo habló como el líder más suave y conciliador posible. Se ha negado a renovar el Consejo General del Poder Judicial, pero quiere gobernar respetando las instituciones y superando la división en bloques. Ya se sabe, el culpable es el otro. Abogó por un cambio tranquilo, sereno y se dijo ilusionado tras los resultados -el PSOE ha perdido todas sus autonomías menos dos- y confiado en reunir una amplia mayoría social el 23 de julio. Un día de verano, parece que se quiere que la gente no vote, aunque él convocó unas gallegas un 12 del mismo mes. Y remachó, que para esa mayoría Catalunya, donde recordó que el PP ha pasado del 4,6% al 8,2% de los votos, será clave.

A las preguntas de Jaume Guardiola, el presidente del Cercle, sobre la financiación de Catalunya y la política económica optó por respuestas pragmáticas y liberales. Criticó el gran aumento de la deuda pública (lógico), pero quizás la demonizó porque al socioliberal Macron le ha pasado lo mismo con la pandemia y la guerra de Ucrania. Pero huyó de los maximalismos. Casi pareció que su modelo fuera el socialista portugués António Costa que “aunque criticó mucho a su antecesor conservador, luego cambió pocas cosas”.

Feijóo dijo apostar por un futuro distendido, aunque -ojo- afirmó que a la credibilidad de un presidente le daña menos que le ataquen a que no le crean. Y el público quedó satisfecho, aunque rehuyó entrar en puntos conflictivos. ¿Vox? No es su problema, no quiere especulaciones estériles. Se presentó cuatro veces a presidente de Galicia, siempre le dijeron que no tendría mayoría absoluta y siempre la tuvo. Como Juanma Moreno Bonilla en Andalucía. Y lo mismo ha pasado en Madrid (creo que no mencionó a Isabel Díaz Ayuso). Quiere -lo dijo sin insistir, pero lo dijo- una “mayoría suficiente” que luego permita llamar al PSOE… para consensuar. 

Vale, pero una encuesta muy favorable -la de 'El Confidencial' del miércoles- le da 144 escaños, a 26 de la mayoría absoluta. ¿Podría prescindir de Vox?

Le gustaría ser visto como “un tío previsible”. Pero flotaba la incógnita de la credibilidad. Hace un año, también en el Cercle, estuvo seductor y conciliador, pero luego pasó aquello de que “del dicho al hecho hay un buen trecho”. Un empresario no catalán me señala un cambio. Hace un año Feijóo era sólo una promesa con poco equipo recién aterrizada de provincias, mientras que en la capital Ayuso era ya un poder fáctico. Y la prensa de derechas y los jueces que creen que Catalunya es territorio comanche le vigilaban. Ahora es otra cosa. Está Andalucía. Y Borja Sémper. Pero lo principal es que el 28M torció el brazo a Sánchez. Hoy tiene más fuerza, más capital propio, y sabe que debe ampliarlo hacia el centro y el catalanismo moderado.

Suscríbete para seguir leyendo